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MILLENNIUM 3 2 страницаMikael protestу de inmediato explicando que Ronald Niedermann no era de esos que podнan ser arrestados y esposados con facilidad: se trataba de un asesino tremendamente peligroso, un autйntico peligro viviente. Paulsson ignorу las protestas y, de pronto, un enorme cansancio se apoderу de Mikael. Este lo llamу «incompetente cabrуn» y le gritу que ni se les ocurriese a Torstensson y Andersson soltar a Ronald Niedermann sin pedir antes refuerzos. Ese pronto tuvo como resultado que Mikael fuera esposado y conducido hasta el asiento trasero del coche del comisario Paulsson, desde donde, profiriendo todo tipo de improperios, fue testigo de cуmo Torstensson y Andersson se alejaban del lugar en su coche patrulla. El ъnico rayo de luz existente en esa oscuridad era que Lisbeth Salander habнa sido conducida hasta el helicуptero y que habнa desaparecido por encima de las copas de los бrboles con destino al Sahlgrenska. Apartado de toda informaciуn, sin posibilidad alguna de recibir noticias, Mikael se sintiу impotente; lo ъnico que le quedaba era esperar que Lisbeth fuera a parar a unas manos competentes. El doctor Anders Jonasson efectuу dos profundas incisiones hasta tocar el crбneo, retirу la piel que habнa alrededor del orificio de entrada y usу unas pinzas para mantenerla sujeta. Con gran esmero, una enfermera utilizу un aspirador para quitar la sangre. Despuйs llegу el desagradable momento en el que Jonasson empleу un taladro para agrandar el agujero del hueso. El procedimiento fue irritantemente lento. Logrу, por fin, hacer un orificio lo bastante amplio como para tener acceso al cerebro de Lisbeth Salander. Con mucho cuidado, le introdujo una sonda y ensanchу unos milнmetros el canal de la herida. Luego se sirviу de una sonda algo mбs fina para localizar la bala. Gracias a la radiografнa pudo constatar que el proyectil se habнa girado y que se alojaba en un бngulo de cuarenta y cinco grados en relaciуn con el canal de la herida. Usу la sonda para tocar con suma cautela el borde de la bala y, tras una serie de fracasados intentos, consiguiу levantarla un poco y rotarla hasta ponerla en бngulo recto. Por ъltimo, introdujo unas finas pinzas de punta estriada. Apretу con fuerza la base de la bala y consiguiу atraparla. Tirу de las pinzas hacia йl. La bala saliу sin apenas oponer resistencia. La contemplу al trasluz durante un segundo, vio que parecнa estar intacta y la depositу en un cuenco. —Limpia —dijo, y la orden fue cumplida en el acto. Le echу un vistazo al electrocardiograma que daba fe de que su paciente seguнa teniendo una actividad cardнaca regular. —Pinzas. Bajу una potente lupa que colgaba del techo y enfocу con ella la zona que quedaba al descubierto. —Con cuidado —dijo el profesor Frank Ellis. Durante los siguientes cuarenta y cinco minutos, Anders Jonasson sacу no menos de treinta y dos pequeсas astillas de hueso de alrededor del orificio de entrada. La mбs pequeсa de ellas apenas resultaba perceptible para el ojo humano. Mientras Mikael Blomkvist, frustrado, se afanaba en sacar su mуvil del bolsillo de la pechera de la americana —algo que resultу imposible con las manos esposadas—, llegaron a Gosseberga mбs coches con policнas y tйcnicos forenses. Bajo las уrdenes del comisario Paulsson, se les encomendу que recogieran pruebas forenses en el leсero y que realizaran un meticuloso registro de la casa principal donde se habнan confiscado ya varias armas. Resignado, Mikael contemplу las actividades desde su puesto de observaciуn en el asiento trasero del coche de Paulsson. Hasta que no pasу mбs de una hora, Paulsson no pareciу ser consciente de que los policнas Torstensson y Andersson aъn no habнan regresado de la misiуn de buscar a Ronald Niedermann. De repente, la preocupaciуn asomу a su rostro. El comisario se llevу a Mikael a la cocina y le pidiу que le describiera nuevamente el lugar. Mikael cerrу los ojos. Seguнa sentado en la cocina cuando regresу el furgуn con los policнas que habнan ido en auxilio de Torstensson y Andersson. Habнan encontrado muerto, con el cuello roto, al agente Gunnar Andersson. Su colega Fredrik Torstensson aъn vivнa, pero habнa sido gravemente malherido. Los hallaron a ambos en la cuneta, junto al poste de la seсal de advertencia de alces. Tanto sus armas reglamentarias como el coche patrulla habнan desaparecido. De hallarse en una situaciуn bastante controlable, el comisario Thomas Paulsson habнa pasado de pronto a tener que hacer frente al asesinato de un policнa y a un desesperado que iba armado y que se habнa dado a la fuga. —Idiota —repitiу Mikael Blomkvist. —No sirve de nada insultar a la policнa. —En ese punto coincidimos. Pero se te va a caer el pelo por negligencia en el ejercicio de tus funciones. Antes de que yo termine contigo, las portadas de todos los periуdicos del paнs te aclamarбn como el policнa mбs estъpido de Suecia. Al parecer, la amenaza de ser expuesto al escarnio pъblico era lo ъnico que tenнa algъn efecto en Thomas Paulsson. Se le veнa preocupado. —їY quй propones? —Exijo que llames al inspector Jan Bublanski de Estocolmo. Ahora mismo. La inspectora de la policнa criminal Sonja Modig se despertу sobresaltada cuando su telйfono mуvil, que se estaba cargando, empezу a sonar al otro lado del dormitorio. Le echу un vistazo al reloj de la mesilla y constatу para su desesperaciуn que eran poco mбs de las cuatro de la maсana. Luego contemplу a su marido, que seguнa roncando tranquilamente; ni un ataque de artillerнa podrнa despertarlo. Se levantу de la cama y se acercу tambaleбndose hasta el mуvil; tras conseguir dar con la tecla exacta contestу. «Jan Bublanski —pensу—. їQuiйn si no?» —Se ha armado una de mil demonios por la zona de Trollhбttan —dijo su jefe sin mбs preбmbulos—. El X2000 para Gotemburgo sale a las cinco y diez. —їQuй ha pasado? —Blomkvist ha encontrado a Salander, Niedermann y Zalachenko. Y ha sido arrestado por insultar a un agente de policнa, por oponer resistencia al arresto y por tenencia ilнcita de armas. Salander ha sido trasladada a Sahlgrenska con una bala en la cabeza. Zalachenko tambiйn se encuentra allн, con un hacha en la cabeza. Niedermann anda suelto. Ha matado a un policнa durante la noche. Sonja Modig parpadeу dos veces y acusу el cansancio. No deseaba otra cosa que volver a la cama y coger un mes de vacaciones. —El X2000 de las cinco y diez. De acuerdo. їQuй hago? —Cуgete un taxi hasta la estaciуn. Te acompaсarб Jerker Holmberg. Debйis poneros en contacto con el comisario de la policнa de Trollhбttan, un tal Thomas Paulsson, que, al parecer, es el responsable de gran parte del jaleo que se ha montado esta noche y que, segъn Blomkvist, es, cito literalmente, «un tonto de remate de enormes dimensiones». —їHas hablado con Blomkvist? —Por lo visto estб detenido y esposado. Conseguн convencer a Paulsson para que me lo pusiera un momento al telйfono. Ahora mismo me dirijo a Kungsholmen y voy a intentar aclarar quй es lo que estб pasando. Mantendremos el contacto a travйs del mуvil. Sonja Modig volviу a mirar el reloj una vez mбs. Luego llamу al taxi y se metiу bajo la ducha durante un minuto. Se lavу los dientes, se pasу un peine por el pelo, se puso unos pantalones negros, una camiseta negra y una americana gris. Metiу el arma reglamentaria en su bandolera y eligiу abrigarse con un chaquetуn rojo de piel. Luego, zarandeando a su marido, lo despertу, le comunicу adonde iba y le dijo que esa maсana se ocupara йl de los niсos. Saliу del portal en el mismo instante en que el taxi se detenнa. No hacнa falta que buscara a su colega, el inspector Jerker Holmberg; daba por descontado que estarнa en el vagуn restaurante y pudo constatar que asн era. Йl ya le habнa cogido un cafй y un sandwich. Desayunaron en silencio en tan sуlo cinco minutos. Al final, Holmberg apartу la taza de cafй. —Deberнamos cambiar de profesiуn. A las cuatro de la maсana, un tal Marcus Erlander, inspector de la brigada de delitos violentos de Gotemburgo, llegу por fin a Gosseberga y asumiу el mando de la investigaciуn de Thomas Paulsson, que estaba hasta arriba de trabajo. Erlander era un hombre canoso y rechoncho de unos cincuenta aсos. Una de sus primeras medidas fue liberar a Mikael Blomkvist de las esposas y servirle bollos y cafй de un termo. Se sentaron en el salуn para charlar. —Acabo de hablar con Estocolmo, con Bublanski —le comunicу Erlander—. Nos conocemos desde hace muchos aсos. Tanto йl como yo lamentamos el trato que te ha dispensado Paulsson. —Ha conseguido que esta noche maten a un policнa —dijo Mikael. Erlander asintiу con la cabeza. —Yo conocнa personalmente al agente Gunnar Andersson: estuvo trabajando en Gotemburgo antes de trasladarse a Trollhбttan. Es padre de una niсa de tres aсos. —Lo siento. Intentй advertнrselo... Erlander asintiу con la cabeza. —Eso tengo entendido. Hablaste muy clarito y por eso te esposaron. Fuiste tъ el que acabу con Wennerstrцm. Bublanski dice que eres un puto y descarado periodista y un loco detective aficionado, pero que tal vez sepas de lo que hablas. їMe puedes poner al dнa de una forma comprensible? —Bueno, todo esto empezу en Enskede con el asesinato de mis amigos Dag Svensson y Mia Bergman, y del de una persona que no era amigo mнo: el abogado Nils Bjurman, el administrador de Lisbeth Salander. Erlander asintiу. —Como ya sabes, la policнa lleva persiguiendo a Lisbeth Salander desde Pascua por ser sospechosa de un triple asesinato. Para empezar, debes tener claro que es inocente de esos crнmenes. Si a ella le corresponde algъn papel en toda esta historia no es mбs que el de vнctima. —No he tenido nada que ver con el asunto Salander, pero despuйs de todo lo que se ha escrito en los medios de comunicaciуn me cuesta creer que sea inocente del todo. —No obstante, asн es. Ella es inocente. Y punto. El verdadero asesino es Ronald Niedermann, el mismo que ha matado a tu colega Gunnar Andersson esta noche. Trabaja para Karl Axel Bodin. —El Bodin que estб en Sahlgrenska con un hacha en la cabeza. —Tйcnicamente hablando, ya no tiene el hacha en la cabeza. Doy por descontado que es Lisbeth la que le ha dado el hachazo. Su verdadero nombre es Alexander Zalachenko. Es el padre de Lisbeth y un ex asesino profesional del servicio ruso de inteligencia militar. Desertу en los aсos setenta y luego trabajу para la Sдpo hasta la caнda de la Uniуn Soviйtica. Desde entonces va por libre como gбnster. Erlander examinу pensativo al tipo que ahora se hallaba frente a йl sentado en el banco. Mikael Blomkvist brillaba de sudor y parecнa estar no sуlo congelado sino tambiйn muerto de cansancio. Hasta ese momento habнa presentado argumentos coherentes y lуgicos, pero el comisario Thomas Paulsson —de cuyas palabras Erlander no se fiaba mucho— le habнa advertido de que Blomkvist fantaseaba acerca de agentes rusos y sicarios alemanes, algo que no pertenecнa precisamente a los asuntos mбs rutinarios de la policнa sueca. Al parecer, Blomkvist habнa llegado a ese punto de la historia que Paulsson rechazу. Pero habнa un policнa muerto y otro gravemente herido en la cuneta de la carretera de Nossebro, y Erlander estaba dispuesto a escucharlo. Aunque no pudo impedir que se apreciara un asomo de desconfianza en su voz. —De acuerdo. Un agente ruso. Blomkvist mostrу una pбlida sonrisa, consciente de lo absurda que sonaba su historia. —Un ex agente ruso. Puedo documentar todas mis afirmaciones. —Sigue. —En los aсos setenta, Zalachenko era un espнa muy importante. Desertу y la Sдpo le dio asilo. Segъn tengo entendido, no se trata de una situaciуn del todo ъnica en el comienzo de la decadencia de la Uniуn Soviйtica. —Entiendo. —Como ya te he dicho, no sй exactamente quй ha pasado aquн esta noche, pero Lisbeth ha dado con su padre, al que no veнa desde hacнa quince aсos. El maltratу a la madre de Lisbeth hasta tal punto que tuvieron que ingresarla en una residencia, donde, al cabo de los aсos, acabу falleciendo. Intentу tambiйn matar a Lisbeth y, a travйs de Ronald Niedermann, ha estado detrбs de los asesinatos de Dag Svensson y Mia Bergman. Ademбs, fue el responsable del secuestro de la amiga de Lisbeth, Miriam Wu; el famoso combate de Paolo Roberto en Nykvarn... —Pues si Lisbeth Salander le ha dado a su padre un hachazo en la cabeza, no es precisamente inocente. —Tiene tres impactos de bala en el cuerpo. Creo que se puede alegar algo de defensa propia. Me pregunto... —Lisbeth estaba tan sucia de tierra y lodo que su pelo daba la sensaciуn de ser un casco de barro. Tenнa tierra hasta por dentro de la ropa. Era como si la hubiesen enterrado. Y, al parecer, Niedermann cuenta con cierta experiencia enterrando gente. La policнa de Sodertalje ha descubierto dos tumbas en aquel almacйn de las afueras de Nykvarn propiedad de Svavelsjo MC. —La verdad es que son tres: anoche encontraron otra mбs. Pero si le pegaron tres tiros a Lisbeth Salander y luego la enterraron, їquй hacнa ella de pie con un hacha en la mano? —Bueno, no sй lo que pasarнa, pero Lisbeth es una mujer de muchos recursos. Intentй convencer a Paulsson para que trajera una jaurнa de perros... —Estбn en camino. —Bien. —Paulsson te ha arrestado por haberlo insultado. —Protesto. Lo llamй idiota, idiota incompetente y tonto de remate. A la vista de los hechos, ninguno de esos calificativos son insultos. —Mmm. Pero tambiйn estбs detenido por tenencia ilнcita de armas. —Cometн el error de intentar entregarle un arma. Pero no quiero hacer mбs declaraciones sobre ello sin consultarlo antes con mi abogado. —De acuerdo. Dejemos eso de lado por el momento; tenemos cosas mбs importantes de las que hablar. їQuй sabes de ese tal Niedermann? —Es un asesino. Le pasa algo, no es un tнo normal. Mide mбs de dos metros y tiene una constituciуn fнsica similar a la de un robot a prueba de bombas. Pregъntale a Paolo Roberto, que ha boxeado con йl. Sufre analgesia congйnita. Es una enfermedad que provoca que la sustancia transmisora de las fibras no funcione como debiera y, por consiguiente, el que la tiene no puede sentir dolor. Es alemбn, naciу en Hamburgo y durante sus aсos de adolescencia fue un cabeza rapada. Es extremadamente peligroso y anda suelto. —їTienes alguna idea de adonde podrнa huir? —No. Sуlo sй que lo tenнa todo preparado para que os lo llevarais cuando ese tonto de remate de Trollhбttan asumiу el mando. Poco antes de las cinco de la maсana, el doctor Anders Jonasson se quitу sus embadurnados guantes de lбtex y los tirу a la basura. Una enfermera aplicу compresas sobre la herida de la cadera de la paciente. La operaciуn habнa durado tres horas. Se quedу observando la rapada y maltrecha cabeza de Lisbeth Salander, hecha ya un paquete de vendas. Experimentу una repentina ternura como la que a menudo sentнa por los pacientes que operaba. Segъn la prensa, Lisbeth Salander era una psicуpata asesina en masa, pero a sus ojos parecнa mбs bien un gorriуn malherido. Moviу la cabeza de un lado a otro y luego mirу a Frank Ellis, que lo contemplaba entretenido. —Eres un cirujano excelente —dijo йste. —їTe puedo invitar a desayunar? —їHay algъn sitio por aquн donde sirvan tortitas con mermelada? —Gofres —sentenciу Anders Jonasson—. En mi casa. Cogeremos un taxi, pero antes dйjame que haga una llamada para avisar a mi mujer. —Se detuvo y mirу el reloj—. Pensбndolo bien, creo que es mejor que no llamemos. La abogada Annika Giannini se despertу sobresaltada. Volviу la cabeza a la derecha y constatу que eran las seis menos dos minutos. La primera reuniуn del dнa la tenнa a las ocho con un cliente. Volviу la cabeza a la izquierda y mirу a su marido, Enrico Giannini, que dormнa plбcidamente y que, en el mejor de los casos, se despertarнa sobre las ocho. Parpadeу con fuerza un par de veces, se levantу y puso la cafetera antes de meterse bajo la ducha. Se tomу su tiempo en el cuarto de baсo y se vistiу con unos pantalones negros, un jersey blanco de cuello alto y una americana roja. Tostу dos rebanadas de pan, les puso queso, mermelada de naranja y un aguacate cortado en rodajas y se llevу el desayuno al salуn, justo a tiempo para ver en la tele las noticias de las seis y media. Tomу un sorbo de cafй y apenas acababa de abrir la boca para pegarle un bocado a una tostada cuando oyу el titular de la principal noticia de la maсana: «Un policнa muerto y otro gravemente herido. Noche de dramбticos acontecimientos en la detenciуn de la triple asesina Lisbeth Salander.» Al principio le costу entender la situaciуn, ya que su primera impresiуn fue que era Lisbeth Salander la que habнa matado al policнa. La informaciуn resultaba escasa, pero unos instantes despuйs se dio cuenta de que se buscaba a un hombre por el asesinato del policнa. Se habнa dictado una orden nacional de busca y captura de un hombre de treinta y siete aсos cuyo nombre aъn no habнa sido facilitado. Al parecer, Lisbeth Salander se hallaba ingresada en el hospital Sahlgrenska de Gotemburgo con heridas de gravedad. Annika cambiу de cadena pero no le aclararon la situaciуn mucho mбs. Fue a por su mуvil y marcу el nъmero de su hermano, Mikael Blomkvist. Le saltу el mensaje de que en ese momento el abonado no se encontraba disponible. Sintiу una punzada de miedo. Mikael la habнa llamado la noche anterior de camino a Gotemburgo; iba en busca de Lisbeth Salander. Y de un asesino llamado Ronald Niedermann. Cuando se hizo de dнa, un observador de la policнa hallу restos de sangre en el terreno que quedaba tras el leсero. Un perro policнa siguiу el rastro hasta una fosa cavada en un claro del bosque, a unos cuatrocientos metros al noreste de la granja de Gosseberga. Mikael acompaсу al inspector Erlander. Meditabundos, estudiaron el lugar. No tardaron nada en descubrir una gran cantidad de sangre en la fosa y alrededores. Tambiйn encontraron una deteriorada pitillera que, al parecer, habнa sido usada como pala. Erlander la metiу en una bolsa de pruebas y etiquetу el hallazgo. Asimismo recogiу muestras de terrones manchados de sangre. Un policнa uniformado le llamу la atenciуn sobre una colilla sin filtro de la marca Pall Mall que se hallaba a unos metros de la fosa. La colilla fue igualmente introducida en una bolsa y etiquetada. Mikael recordу que habнa visto un paquete de Pall Mall en el fregadero de la casa de Zalachenko. Erlander elevу la vista al cielo y vio unas oscuras nubes que amenazaban lluvia. Segъn parecнa, la tormenta que la noche anterior habнa azotado Gotemburgo se desplazaba por el sur de la regiуn de Nossebro y sуlo era cuestiуn de tiempo que empezara a llover. Se volviу a un agente uniformado y le pidiу que buscara una lona para cubrir la fosa. —Creo que tienes razуn —dijo finalmente Erlander a Mikael—. Es probable que el anбlisis de la sangre determine que Lisbeth Salander ha estado aquн, y supongo que encontraremos sus huellas dactilares en la pitillera. Le pegaron un tiro y la enterraron pero, Dios sabe cуmo, sobreviviу, consiguiу salir y... —... y volviу a la granja y le estampу el hacha a Zalachenko en toda la cabeza —concluyу Mikael—. Es una tнa con bastante mala leche. —Pero їquй diablos harнa con Niedermann? Mikael se encogiу de hombros. Respecto a eso, йl estaba tan desconcertado como Erlander. Capнtulo 2 Viernes, 8 de abril
Sonja Modig y Jerker Holmberg llegaron a la estaciуn central de Gotemburgo poco despuйs de las ocho de la maсana. Bublanski los habнa llamado para darles nuevas instrucciones: que pasaran de ir a Gosseberga y que, en su lugar, cogieran un taxi y se dirigieran a la jefatura de policнa de Ernst Fontells Plats, junto al estadio de Nya Ullevi, sede central de la policнa criminal de la regiуn de Vastra Gotaland. Esperaron durante casi una hora a que el inspector Erlander llegara de Gosseberga acompaсado de Mikael Blomkvist. Mikael saludу a Sonja Modig, a la que ya conocнa, y le dio la mano a Jerker Holmberg. Luego, un colega de Erlander se uniу al grupo con las ъltimas noticias sobre la persecuciуn de Ronald Niedermann. El informe resultу extremadamente breve: —Tenemos un grupo de bъsqueda al mando de la policнa criminal de la regiуn. Por supuesto, hemos emitido una orden de busca y captura a nivel nacional. A las seis de la maсana encontramos el coche patrulla en Alingsеs. Ahн terminan las pistas de momento. Sospechamos que ha cambiado de vehнculo, pero no se ha recibido ninguna denuncia por robo de coche. —їY los medios de comunicaciуn? —preguntу Modig para, acto seguido, pedirle perdуn con la mirada a Mikael Blomkvist. —Se trata del asesinato de un policнa, asн que la movilizaciуn es total. Daremos una rueda de prensa a las diez. —їAlguien sabe algo sobre el estado de Lisbeth Salander? —preguntу Mikael. Sentнa un extraсo desinterйs por todo lo que tuviera que ver con la persecuciуn de Niedermann. —La han estado operando durante la noche. Le han sacado una bala de la cabeza. Aъn no se ha despertado. —їY su pronуstico? —Segъn tengo entendido, no podremos saber nada hasta que no se despierte. Pero el mйdico que la ha operado dice que alberga esperanzas y que, si no surgen complicaciones, sobrevivirб. —їY Zalachenko? —preguntу Mikael. —їQuiйn? —inquiriу el colega de Erlander, que aъn no estaba al tanto de todos los intrincados detalles de la historia. —Karl Axel Bodin. —Ah, vale. A йl tambiйn lo han operado durante la noche. Presentaba un horrible corte en la cara y otro justo por debajo de la rodilla. Estб bastante maltrecho, pero no hay lesiones que hagan temer por su vida. Mikael asintiу. —Pareces cansado —dijo Sonja Modig. —Lo estoy. Apenas he dormido en los ъltimos tres dнas. —Lo cierto es que se durmiу en el coche bajando desde Nossebro —apostillу Erlander. —їTienes fuerzas para contarnos toda la historia desde el principio? —preguntу Holmberg—. Me da la impresiуn de que los detectives aficionados van ganando tres a cero a la policнa. Mikael mostrу una pбlida sonrisa. —Me encantarнa oнr esas palabras de boca de Bublanski —dijo. Se sentaron en la cafeterнa de la jefatura para desayunar. Mikael dedicу media hora a explicar, paso a paso, cуmo habнa ido ensamblando las piezas del puzle de Zalachenko. Cuando terminу, los policнas se quedaron en silencio, pensativos. —Hay algunas lagunas en tu historia —sentenciу finalmente Jerker Holmberg. —Sin duda —respondiу Mikael. —No explicas cуmo te hiciste con aquel informe clasificado de la Sдpo sobre Zalachenko. Mikael asintiу. —Lo encontrй ayer en casa de Lisbeth Salander, cuando por fin averigьй dуnde se habнa estado ocultando. Supongo que ella lo hallarнa a su vez en la casa de campo de Nils Bjurman. —O sea, que diste con el escondite de Salander —dijo Sonja Modig. Mikael moviу afirmativamente la cabeza. —Eso lo tenйis que averiguar vosotros. Lisbeth ha dedicado mucho esfuerzo a encontrar una direcciуn secreta y no voy a ser yo quien se vaya de la lengua. Las caras de Modig y Holmberg se ensombrecieron ligeramente. —Mikael... estamos investigando un asesinato —le recordу Sonja Modig. —Y tъ sigues sin entender que, en realidad, Lisbeth Salander es inocente y que la policнa ha violado su integridad como no se habнa hecho nunca con nadie. Banda satбnica de lesbianas... їCуmo se os ocurren esas cosas? Si ella quiere contaros dуnde se encuentra su domicilio, estoy convencido de que lo harб. —Pero hay algo que no entiendo muy bien —insistiу Holmberg—. їCуmo entra Bjurman en esta historia? Dices que fue йl quien lo puso en marcha todo contactando con Zalachenko y pidiйndole que matara a Salander. .. pero їpor quй iba a hacer una cosa asн? Mikael dudу un largo rato. —Mi teorнa es que contratу a Zalachenko para quitar de en medio a Lisbeth Salander. La intenciуn era que ella acabara en ese almacйn de Nykvarn. —Йl era su administrador. їQuй motivos tendrнa para quitarla de en medio? —Es complicado. —Intenta explicarlo. —Tenнa un motivo de la hostia. Habнa hecho algo de lo que Lisbeth estaba al corriente. Ella representaba una amenaza contra su futuro y su bienestar. —їQuй hizo? —Eso creo que es mejor que lo cuente la propia Lisbeth. Su mirada se cruzу con la de Holmberg. —Dйjame adivinarlo —dijo Sonja Modig—. Bjurman hizo algo contra su protegida. Mikael asintiу. —Me atreverнa a pensar que йl la sometiу a algъn tipo de agresiуn sexual. Mikael se encogiу de hombros y renunciу a realizar comentario alguno. —їNo has visto el tatuaje del estуmago de Bjurman? —їTatuaje? —Un tatuaje de aficionado con una frase que le cruza todo el estуmago...: Soy un sбdico cerdo, un hijo de puta y un violador. Nos hemos devanado los sesos intentando saber de quй va todo esto. De repente Mikael se riу a carcajadas. —їQuй? —Llevaba mucho tiempo preguntбndome quй es lo que habrнa hecho Lisbeth para vengarse. Pero, bueno... no quiero tratar ese tema con vosotros; por las mismas razones que antes. Se trata de su integridad personal. Es Lisbeth la que ha sido objeto de un delito. Ella es la vнctima. Es ella quien debe decidir quй quiere contaros y quй no. Sorry. Puso un gesto casi de disculpa. —Las violaciones deben denunciarse a la policнa —dijo Sonja Modig. —De acuerdo. Pero esta violaciуn se cometiу hace dos aсos y Lisbeth sigue sin hablar de ello con la policнa, lo cual da a entender que no tiene intenciуn de hacerlo. Por mucho que estй en desacuerdo con ella en lo que a sus principios se refiere, es Lisbeth quien debe decidirlo. Ademбs... —їSн? —No tiene demasiados motivos para confiar en la policнa. La ъltima vez que intentу explicar la clase de cerdo que era Zalachenko acabу encerrada en el psiquiбtrico. El fiscal instructor del sumario, Richard Ekstrцm, sintiу mariposas en el estуmago cuando, poco antes de las nueve de la maсana del viernes, le pidiу al jefe del equipo de investigaciуn, Jan Bublanski, que se sentara al otro lado de su escritorio. Ekstrцm se ajustу las gafas y se mesу la barba, cuidadosamente recortada. Vivнa esa nueva situaciуn como caуtica y amenazadora. Durante un mes habнa sido el instructor del sumario, el hombre que iba a la caza de Lisbeth Salander. La describiу, sin cortarse un pelo, como una loca y peligrosa psicуpata. Y filtrу informaciуn que, personalmente, le favorecerнa en un futuro juicio. Todo tenнa una pinta estupenda. En su fuero interno, no le cabнa la menor duda de que Lisbeth Salander era en realidad culpable de un triple asesinato y de que el juicio serнa pan comido, una simple representaciуn de autopropaganda con йl mismo en el papel protagonista. Luego todo se torciу y, de buenas a primeras, se encontrу con otro asesino completamente distinto y un caos que no parecнa tener fin. Maldita Salander. —Bueno, Ўen menudo follуn nos hemos metido! —dijo—. їQuй has logrado averiguar esta maсana? —Se ha lanzado una orden nacional de busca y captura de Ronald Niedermann, pero todavнa anda suelto. Por ahora sуlo se le busca por el asesinato del agente Gunnar Andersson, aunque supongo que tambiйn deberнamos buscarlo por los tres asesinatos cometidos aquн, en Estocolmo. Tal vez debas convocar una rueda de prensa. Bublanski aсadiу lo de la rueda de prensa sуlo para fastidiarle: Ekstrцm odiaba las ruedas de prensa. —Creo que, por el momento, la rueda de prensa puede esperar —se apresurу a decir Ekstrцm. Bublanski se cuidу muy mucho de que no se le escapara una sonrisa. —Esto es mбs bien un asunto que concierne a la policнa de Gotemburgo —aclarу Ekstrцm. —Bueno, en Gotemburgo tenemos in situ a Sonja Modig y Jerker Holmberg y ya hemos empezado a colaborar con ellos... —La rueda de prensa esperarб hasta que tengamos mбs informaciуn —zanjу Ekstrцm con voz autoritaria—. Lo que quiero saber es hasta quй punto estбs seguro de que Niedermann se encuentra realmente involucrado en los asesinatos de Estocolmo. —Como policнa estoy convencido. Sin embargo, no contamos con demasiadas pruebas. No tenemos testigos de los asesinatos y no disponemos de ninguna prueba forense verdaderamente buena. Magge Lundin y Sonny Nieminen, de Svavelsjц MC, se niegan a hacer declaraciones y pretenden hacernos creer que nunca han oнdo hablar de Niedermann. No obstante, lo tenemos pillado por el asesinato del agente Gunnar Andersson. —Eso es —dijo Ekstrцm—. Lo que interesa ahora mismo es el asesinato del policнa. Pero dime... ї"hay al menos algo que indique que Salander estб implicada de algъn modo? їSe podrнa pensar que ella y Niedermann cometieron juntos los asesinatos? —Lo dudo. Y yo que tъ me guardarнa de ir pregonando esa teorнa. —Pero entonces, їcuбl es su papel en todo esto? —Es una historia tremendamente complicada. Como Mikael Blomkvist te anticipaba, se trata de ese personaje llamado Zalб... Alexander Zalachenko. Al oнr el nombre de Mikael Blomkvist, al fisca Ekstrцm le recorriу un visible escalofrнo. —Zalб es un sicario ruso que desertу durante la guerra frнa y que, a todas luces, carece por completo de escrъpulos —prosiguiу Bublanski—. Llegу aquн en los aсos setenta y es el padre de Lisbeth Salander. Fue protegido por una facciуn de la Sдpo, que silenciaba todos los delitos que cometнa. Un policнa de la Sдpo tambiйn se encargу de que, con trece aсos, Lisbeth Salander fuese encerrada en una clнnica psiquiбtrica infantil cuando amenazaba con hacer saltar por los aires el secreto de Zalachenko.
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