XV ¡No toques a mi jovencito!
XV ¡ No toques a mi jovencito!
Mi persona y mis amores te los confí o a ti, Aurelio. Te pido un discreto favor: si en tu corazó n has anhelado guardar un deseo casto y puro, presé rvame pú dicamente a este muchacho, no digo de la gente (nada temo a los que pasan por el foro de acá para allá ocupados en su asuntos ) de ti tengo miedo y de tu miembro, peligro para los muchachos, tanto honrados como disolutos. A ese tu mené alo por donde quieras, como quieras, cuanto quieras, cuando esté preparado: a este solo lo exceptú o, discretamente, segú n creo. Porque, si un mal pensamiento o una insensata locura te empujan canalla, a tan gran desatino como para acosar mi cabeza con tus trampas, entonces, ¡ ay de ti, desdichado y de mala estrella, que con las piernas separadas, por la puerta abierta, te acosará n rá banos y mujoles!
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