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No coca, no cocaína ⇐ ПредыдущаяСтр 6 из 6 El proyecto “coca cero” es inviable, “cocaí na cero” es aú n má s inviable. La historia demuestra que a travé s de la erradicació n de plantaciones en distintas zonas productoras de hoja de coca, solo se ha provocado el traslado de las mismas a otras regiones y el reacomodamiento de las redes de narcotrá ficos para su distribució n en el mundo. Ya deberí a ser una discusió n superada aquella que intenta convencer acerca de que porque hay oferta de drogas hay una demanda de drogas. Estudios demuestran que tanto en los paí ses latinoamericanos, como en los llamados paí ses del primer mundo, añ o a añ o aumenta el uso de diversas drogas y esto debe analizarse desde otra perspectiva má s amplia, desde lo social, lo cultural, los momentos histó ricos y no só lo de las ofertas de drogas. A fines de los añ os 90, el entonces presidente norteamericano Bill Clinton, reconocí a en un discurso en la legislatura de Estados Unidos que allí se consumí an la mitad de las drogas sinté ticas y vegetales que se producen en el mundo. Algunos aseguran que actualmente Estados Unidos recibe el 50% de la producció n de cocaí na. En el discurso de la Guerra contra las Drogas, la cocaí na se encuentra como una de las drogas que generan el llamado “flagelo de la humanidad”. Esta idea que ha remplazado a las luchas anticomunistas en Latinoamé rica de parte del gran imperio por una falsa lucha contra el narcotrá fico y hasta por el narcoterrorismo, donde los paí ses se subsumen en el subdesarrollo y la extrema pobreza. Estas acusaciones tambié n recaen en el Tró pico de Cochabamba. El Chapare no aparenta ser tierra acogedora de narcoterroristas ni grandes redes de narcotraficantes (como apunta la tesis del gobierno y la embajada norteamericana), aunque eso no permite afirmar que todaví a han desaparecido por aquí totalmente las cocinas de coca o pasta base. En la ú ltima parada saliendo del Chapare, la policí a recorre los transportes, que se encuentran obligados a parar allí, junto a un perro que segú n sus jefes de uniforme, fue ganador de un premio por haber encontrado hasta el momento 20 toneladas de cocaí na. José, un joven cochabambino que camina por el centro de la ciudad asegura: “No hay tanto consumo de drogas en mi ciudad por tenerla tan cerca, como imaginan los extranjeros. ” Margarita respecto a la existencia reproducció n de cocaí na en Bolivia opina: ”El gobierno podrí a controlar las fronteras muy bien y no dejar ingresar los quí micos. Aquí no se hace la droga. La hoja de coca no es droga, yo pijcho desde mi niñ ez y todaví a sigo pijchando y eso no es drogarse. El gobierno tiene que controlar. Los directamente involucrados en el narcotrá fico son los mismos policias, los mismos militares, los trabajadores del gobierno porque ellos han fomentado el narcotrá fico, si es que van a hacer una lucha contra el narcotrá fico es importante que no dejen ingresar los precursores y quí micos para la fabricació n de cocaí na y de esa manera no hay posibilidad que haya producció n de droga en Bolivia. ” Eduardo agrega que en el Chapare ya casi no se elabora cocaí na, porque las plantaciones que quedaron son muy chicas, solo para consumo de la hoja de coca y no alcanza para la fabricació n de pasta base o cocaí na. En Bolivia no se fabrican los precursores, gases y agentes quí micos necesarios para el procesamiento de extracció n de la hoja de coca hasta la obtenció n de la cocaí na. Es decir que para la fabricació n de la misma dentro de Bolivia, necesariamente deben entrar estos quí micos de otros paí ses industrializados, como sus vecinos Brasil y Argentina u otros paí ses del mundo. Esta es una prueba má s que la direcció n que sigue tomando la guerra contra las drogas se vuelve absurda y equivocada. Fundamentalmente se equivoca de enemigos, por un lado castiga con distintas estrategias a los productores de hoja de coca y por otro no deja de perseguir a los usuarios de drogas de la mayorí a de los paí ses del mundo. Para ambos: la pobreza, la exclusió n, la cá rcel, la discriminació n, la violació n de los derechos fundamentales; mientras tanto los verdaderos responsables del narcotraficante, los verdaderos terroristas poseen bandera verde para desarrollar sus propios intereses sin lí mite alguno. La hoja de coca y la cocaí na se vuelven incomparables. Aquellos que las confunden deberí an conocer los efectos de la cocaí na y observar a los campesinos, pijchiadores del Chapare. Ellos no está n paralizados, “duros” como se dice habitualmente en los grupos que jalan o se inyectan cocaí na, má s bien está n sumamente movilizados, saben lo que quieren. Y, en realidad la hoja de coca, solo hace que se sientan en armoní a con sus cuerpos, sus almas, su cultura, hasta con la misma tierra. A su vez los usuarios de drogas a base de coca, mediadas por quí micos y cortes no identificables pueden paralizarse durante minutos, pero como movimiento, en muchos lugares del mundo, comienzan a organizarse para luchar por sus derechos, derechos que las polí ticas sociales, legales y de salud, engranajes fundamentales del sistema de la Guerra contra las Drogas les anulan, estigmatizá ndolos y exponié ndolos continuamente a los dañ os legales que le causa la represió n. El ú nico punto en comú n entre productores de coca y usuarios de cocaí na, es la vertiginosa reproducció n de la represió n y exclusió n que genera en ellos la perpetua Guerra contra las Drogas, solo por ser sus enemigos equivocados…
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