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LA COLECCIÓN. Harold Pinter. Personajes



LA COLECCIÓ N

Harold Pinter

 

Escaneado por: Oscar Morá n Ortiz

Personajes

 

HARRY, cuarentó n

JAMES, treintañ ero

STELLA, treintañ era

BILL, de unos 28 añ os

 

OTOÑ O

 

El escenario está dividido en tres zonas; dos pení nsu­las y un promontorio. Cada zona está separada y es dife­rente de las otras.

A la izquierda del escenario, casa de Harry en Belgravia. Interior elegante. Muebles de é poca. Esta parte com­prende living, hall, puerta de entrada y escalera al primer piso. La salida de la cocina se encuentra debajo de la esca­lera.

A la derecha del escenario, departamento de James en Chelsea. Muebles contemporá neos de buen gusto. Esta par­te comprende el living solamente. Arriba, entre bastido­res, a la derecha, otros cuartos y puerta de entrada.

En el centro del escenario, en un promontorio, hay una cabina telefó nica.

 

 

(La cabina telefó nica está iluminada a media luz. Se ve, difusa, una figura dentro de la misma, de espaldas al pú bli­co. El resto del escenario está oscuro. En la casa suena el telé ­fono. Es noche avanzada. La luz en la casa se enciende. La calle se ilumina. Harry se aproxima a la casa, abre la puer­ta de entrada e ingresa. Prende una luz en el hall, se dirige al living, camina hacia el telé fono y levanta el tubo.

 

HARRY: Hola.

VOZ: ¿ Sos vos, Bill?

HARRY: No, está en la cama, ¿ Quié n es?

VOZ: ¿ En la cama?

HARRY: ¿ Quié n es?

VOZ: ¿ Qué hace en la cama?

 

(Pausa. )

 

HARRY: ¿ No se da cuenta de que son las cuatro de la mañ ana?

VOZ: Bueno, despié rtelo. Dí gale que quiero hablar con é l. (Pausa. )

HARRY: ¿ Quié n habla?

VOZ: Vaya y despié rtelo, sea bueno. (Pausa. )

HARRY: ¿ Es un amigo?

VOZ: Me conocerá cuando me vea.

HARRY: ¿ Ah sí?

 

(Pausa. )

 

VOZ: ¿ No va a despertarlo?

HARRY: No, no lo haré.

 

(Pausa. )

 

VOZ: Dí gale que me volveré a comunicar.

 

(La comunicació n se corta. Harry cuelga y se queda quieto. La figura abandona la cabina telefó nica. Harry camina despacio, entra al hall y sube las escaleras. La luz disminuye hasta el apagó n.

Se ilumina el departamento. Es de mañ ana.

James, fumando, entra y se sienta en el sofá. Stella viene desde un dormitorio cerrando una pulsera en su muñ eca. Va hacia el armario, saca un atomizador de su cartera y se coloca perfume en el cuello y las manos. Vuelve a poner el atomizador en su cartera y comienza a calzarse los guantes. )

 

STELLA: Me voy.

(Pausa. )

¿ No vas a ir a la oficina hoy?

 

(Pausa. )

 

JAMES: No.

STELLA: Debí as encontrarte con esa gente de...

(Pausa. Camina lentamente hasta un silló n, toma su saco y se lo pone. )

Debí as encontrarte con esa gente por ese pedido. ¿ Quieres que los llame cuando llegue al negocio?

JAMES: Podrí as... sí,

STELLA: ¿ Qué vas a hacer?

(É l la mira con una leve sonrisa, luego desví a la mirada. )

Jimmy...

(Pausa. )

¿ Vas a salir?

(Pausa. )

¿ Vas a estar... aquí esta noche?

 

(James agarra un cenicero de vidrio y tira la ceniza. Mira el cenicero. Stella se da vuelta y sale del cuarto. Se oye golpear la puerta de entrada. James continú a obser­vando el cenicero. La iluminació n baja a media luz. )

(Se enciende la luz de la casa. Es de mañ ana. Bill trae una bandeja de la cocina y la coloca sobre la mesa, la acomoda, sirve té, se sienta, levanta un diario, lee, bebe. Harry, en salto de cama, baja las escaleras, se tropieza y tambalea.

 

BILL (dá ndose vuelta): ¿ Qué pasa?

HARRY: ¡ Me tropecé con la varilla de la escalera!

 

(Harry entra al cuarto. )

 

BILL: Está bien.

HARRY: ¡ Esa varilla de la escalera!... Prometiste que la ibas a arreglar.

BILL: La arreglé.

HARRY: Bueno, no la arreglaste muy bien.

(Se sienta, agarrá ndose la cabeza. )

 ¡ Ooh!...

(Bill le sirve té. )

(En el departamento, James apaga su cigarrillo y sale. Las luces se apagan. )

 

(En la casa, Harry toma el té; luego apoya la taza. )

¿ Dó nde está mi jugo de fruta? Me falta el jugo de fruta.

(Bill mira el jugo de fruta en la bandeja. )

¿ Qué hace ahí?

(Bill se lo da. Harry bebe. )

¿ Qué es esto? ¿ Ananá?

BILL: Pomelo.

 

(Pausa. )

 

HARRY: Estoy harto de esa varilla de la escalera. ¿ Por qué no la atornillas o haces algo? Se supone... se supone que está s en condiciones de usar tus manos.

 

(Pausa. )

 

BILL: ¿ A qué hora llegaste?

HARRY: A las cuatro.

BILL: ¿ Linda la fiesta?

 

(Pausa. )

 

HARRY: No hiciste tostadas esta mañ ana.

BILL: No, ¿ queré s?

HARRY: No, no quiero.

BILL: Puedo hacerte si queré s.

HARRY: Está bien. No te molestes.

(Pausa. )

¿ Como va a ser tu dí a hoy?

BILL: Voy a salir y ver una pelí cula, supongo.

HARRY: ¡ Qué buena vida te das! (Pausa. ) ¿ Sabes que un trastornado te llamó por telé fono anoche?

(Bill lo mira. )

Justo cuando llegaba. Eran las cuatro. Entré por la puerta y el telé fono estaba sonando.

BILL: ¿ Quié n era?

HARRY: No tengo idea.

BILL: ¿ Qué querí a?

HARRY: A vos. Era tí mido. No quiso decirme su nombre.

BILL: ¡ Ahá!

 

(Pausa. )

 

HARRY: ¿ Quié n puede haber sido?

BILL: No tengo idea.

HARRY: Era muy insistente. Dijo que se volverí a a comunicar. (Pausa. ) ¿ Quié n carajo era?

BILL: Ya te lo dije... no tengo la má s remota idea.

 

(Pausa. )

 

HARRY: ¿ Conociste a alguien la semana pasada?

BILL: ¿ Qué es lo que queras decir con “conociste a alguien”?

HARRY: Quiero decir, ¿ no podrí a ser alguno de los que conociste? Debes haberte encontrado con mucha gente.

BILL: No hablé con nadie,

HARRY: Debe haber sido triste para vos.

BILL: Só lo estuve fuera una noche, ¿ no? ¿ Má s té?

HARRY: No, gracias.

(Bill se sirve té. )

(La cabina de telé fono se ilumina a medí a luz, y se observa que ingresa una figura. )

 Debo afeitarme.

 

(Harry se sienta mirando a Bill, quien está leyendo el diario. Despué s de un momento Bill levanta la vista. )

 

BILL: ¿ Mmmm?

(Silencio. Harry se para, abandona la habitació n y sube las escaleras, pasando cuidadosamente por sobre la varilla. Bill lee el diario. Suena el telé fo­no. Bill levanta el tubo. )

¡ Hola!

VOZ: ¿ Es usted, Bill?

BILL: ¿ Sí?

VOZ: Así que está en casa.

BILL: ¿ Quié n es?

VOZ: No se mueva de ahí. Enseguida voy.

BILL: ¿ Qué quiere decir? ¿ Quié n es?

VOZ: En unos dos minutos. ¿ Está bien?

BILL: No puede hacer eso. Estoy con gente.

VOZ: No importa. Podemos ir a otro cuarto.

BILL: Esto es ridí culo. ¿ Lo conozco?

VOZ: Me va a conocer cuando me vea.

BILL: ¿ Usted me conoce a mí?

VOZ: Qué dese donde está. Voy enseguida.

BILL: ¿ Pero qué es lo que quiere, quié n...? No puede hacer eso. Estoy por salir. No voy a estar en casa.

VOZ: Hasta luego.

 

(La comunicació n se corta. Bill apoya el tubo.

La luz en la cabina de telé fono se apaga mientras la figura sale de la misma y se dirige hacia la izquierda.

Bill se pone el saco, va al hall, se pone el sobretodo, ené rgicamente pero sin apuro, abre la puerta de entrada y sale. Se va por la derecha. Se oye la voz de Harry des­de arriba. )

 

HARRY: ¿ Bill, sos vos?

(Aparece arriba, en la escalera)

¡ Bill!

 

(Baja al living, se queda de pie, mira la bandeja, la agarra y la lleva a la cocina. )

(James aparece desde la izquierda, por la calle, y mira la casa. )

(Harry sale de la cocina, entra al hall y sube por las escaleras. )

(James toca el timbre. )

(Harry baja la escalera y abre la puerta. )

¿ Sí?

JAMES: Busco a Bill Lloyd.

HARRY: Salió. ¿ Puedo ayudarlo?

JAMES: ¿ Cuá ndo vuelve?

HARRY: No sé. ¿ É l lo conoce?

JAMES: Intentaré en otro momento, entonces.

HARRY: Bueno, si usted quiere dejarle su nombre, yo se lo comunico cuando lo vea.

JAMES: No, está bien. Só lo dí gale que vine.

HARRY: ¿ Decirle que vino quié n?

JAMES: Lamento molestarlo.

HARRY: Espere un momento. (James se da vuelta. ) ¿ No es usted el hombre que llamó por telé fono anoche? ¿ No era usted?

JAMES: ¿ Anoche?

HARRY: ¿ No llamó temprano esta mañ ana?

JAMES: No... Lo siento...

HARRY: Bueno, ¿ qué es lo que quiere?

JAMES: Quiero ver a Bill.

HARRY: Por casualidad, ¿ no fue usted quien llamó hace unos instantes?

JAMES: Creo que se equivoca de persona.

HARRY: Yo creo que el que se equivoca es usted.

JAMES: Creo que usted no sabe nada del asunto.

 

(James se da vuelta y sale. Harry se queda mirá ndolo. )

(Las luces bajan hasta apagarse. )

(La luz de la luna ilumina el departamento. )

(La puerta de entrada del departamento se cierra. )

(Stella entra, se detiene, prende una lá mpara. Gira en direcció n de los otros cuartos. )

 

STELLA: ¿ Jimmy?

 

(Silencio. )

 

(Se saca los guantes, apoya su cartera y se queda quie­ta. Va hacia el tocadiscos y pone un disco. Es " Charlie Parker". Escucha y luego sale para el dormitorio. )

(Se enciende la luz en la casa. Es de noche. )

(Bill ingresa al living desde la cocina, con revistas. Las tira junto a la chimenea, va hacia la mesa de las bebidas y se sirve un trago; luego se acuesta en el piso, con la copa en la mano, junto a la chimenea, Hojea una revista, Stella vuelve al living con un gatito persa blanco. Se recuesta en el sofá con el, hocicá ndolo. Harry baja la escalera, mira a Bill, sale y camina por la calle subiendo hacia la derecha. Bajando desde la izquierda, James llega hasta la puerta de entrada de la casa. Sigue con la mirada a Harry y toca el timbre. Bill se para y va hacia la puerta. )

(En el departamento baja la luz a la mitad y se apaga la mú sica. )

 

BILL: ¿ Sí?

JAMES: ¿ BillLloyd?

BILL: ¿ Sí?

JAMES: ¡ Oh!, quisiera..., quisiera hablar unas palabras.

 

(Pausa. )

 

BILL: Lo lamento, ¡ no creo conocerlo!

JAMES: ¿ De veras?

BILL: No.

JAMES: Bueno, hay algo que quisiera hablar

BILL: Lo lamento mucho, estoy ocupado.

JAMES: No le llevará mucho tiempo.

BILL: Lo lamento muchí simo. Quizá s pueda escribí rmelo en un papel y enviá rmelo.

JAMES: Eso no es posible.

 

(Pausa. )

 

BILL (cerrando la puerta): Perdó neme.

JAMES (trabando la puerta con su pie): Mire. Quiero hablar con usted.

 

(Pausa. )

 

BILL: ¿ Me llamó hoy por telé fono?

JAMES: Así es. Yo lo llamé, pero usted habí a salido.

BILL: ¿ Llamó aquí? No lo sabí a.

JAMES: Mejor entro. ¿ No le parece?

BILL: Usted no puede irrumpir así en la casa de nadie. ¿ Qué es lo que quiere?

JAMES: ¿ Por qué no deja de perder el tiempo y me permite entrar?

BILL: Puedo llamar a la policí a.

JAMES: No vale la pena.

 

(Se miran fijamente. )

 

BILL: Muy bien.

 

(James entra. Bill cierra la puerta. James atraviesa el hall y va al living. Bill lo sigue. James da una ojeada al cuarto. )

JAMES; ¿ Tendrá alguna aceituna?

BILL: ¿ Có mo sabí a mi nombre?

JAMES: ¿ No tiene aceitunas?

BILL: ¿ Aceitunas? No, no tengo.

JAMES: ¿ Quiere decir que no tiene aceitunas para sus invitados?

BILL: Usted no es mi invitado; es un intruso. ¿ Qué es lo que quiere?

JAMES: ¿ Le molestarí a si me siento?

BILL: Sí, me molestarí a.

JAMES: Ya lo superará.

 

(James se sienta. Bill queda parado. James se levanta, se saca el sobretodo, lo tira encima de un silló n y se vuelve a sentar. )

 

BILL: ¿ Cuá l es su nombre, viejo?

 

(James va hasta una fuente con fruta, desprende una uva, y la come. )

 

JAMES: ¿ Dó nde tiro las semillas?

BILL: En su billetera.

 

(James saca su billetera y coloca en ella las semillas. Mira a Bill. )

 

JAMES: Usted tiene buena pinta, muchacho.

BILL: ¡ Oh!, gracias.

JAMES: No es una estrella de cine, pero no tiene mala pinta.

BILL: Eso es má s de lo que yo puedo decir de usted.

JAMES: No me interesa lo que usted pueda decir de mí.

BILL: Para decirlo francamente, viejo, esto me interesa mucho menos que a usted. Bueno, mire, dí game de una vez qué es lo que quiere.

(James se para, va hacia la mesa de las bebidas y mira fijo las botellas. En el departamento Stella se levanta con el gatito y sale lentamente, hocicá ndolo. La luz en el departamento baja basta el apa­gó n, James se sirve whisky. )

¡ Salud!

JAMES: ¿ Lo pasó bien en Leeds la semana pasada?

BILL ¿ Qué?

JAMES: ¿ Lo pasó bien en Leeds la semana pasada?

BILL: ¿ En Leeds?

JAMES: ¿ Se divirtió?

BILL: ¿ Qué lo hace suponer que estuve en Leeds?

JAMES: Cué nteme todo. ¿ Conoció bien la ciudad? ¿ Llegó a salir al campo?

BILL: ¿ De qué habla?

(Pausa. )

JAMES (agotado): Ahá. Usted estuvo allí para la muestra de ropa. Llevó algunos modelos suyos.

BILL: ¿ Ah, sí?

JAMES: Paró en el Hotel Westbury.

BILL: ¿ Sí?

JAMES: Habitació n 142.

BILL: ¿ 142? ¡ Oh! ¿ Era có moda?

JAMES: Bastante có moda.

BILL: Ah, ¡ qué bien!

JAMES: Se habí a llevado el pijama amarillo.

BILL: ¿ En serio? ¿ Ese con las iní ciales en negro?

JAMES: Sí, lo tení a puesto en la 165.

BILL: ¿ En cuá l?

JAMES: 165.

BILL: ¿ 165? Yo creí que era en la 142.

JAMES: Reservó la 142, pero no se quedó allí.

BILL: Bueno, eso es bastante estú pido, ¿ no? Reservar una habitació n y no usarla...

JAMES: La 165 queda justo en el mismo pasillo que la 142; no está n lejos una de otra.

BILL: ¡ Qué bien! Es un alivio.

JAMES: Es fá cil volver de un salto para afeitarse.

BILL: ¿ Desde la 165?

JAMES: Sí.

BILL: ¿ Qué es lo que estuve haciendo ahí?

JAMES (sin darle importancia): Ahí estaba mi esposa. Ahí fue donde usted durmió con ella.

 

(Silencio. )

 

BILL: Bueno... ¿ Quié n le contó eso?

JAMES: Ella.

BILL: Debe consultar con el mé dico.

JAMES: Tenga cuidado.

BILL: ¿ Mmmmm? ¿ Y quié n es su esposa?

JAMES: Usted la conoce.

BILL: No me parece.

JAMES: ¿ No?

BILL: No, no lo creo para nada.

JAMES: Ya veo.

BILL: No estuve ni cerca de Leeds la semana pasada, viejo. Ni tampoco cerca de su esposa. Estoy muy seguro de eso. Aparte de que yo... bueno, no hago esas cosas. No acostumbro.

 

(Pausa. )

 

Ni en sueñ os harí a una cosa así. Bueno, creo que con esto se termina el tema, ¿ no le parece?

JAMES: Venga. Le quiero decir una cosa.

BILL: Llegará n visitas en cualquier momento. Cocktails. Me postularé para el Congreso de la pró xima temporada

JAMES: Venga aquí.

BILL: Seré Ministro del Interior.

 

(James se le acerca. )

 

JAMES (Confidencialmente): Ya que trata a mí mujer como a una puta, creo que tengo derecho a saber qué es lo que puede decir al respecto.

BILL: Si yo no conozco a su esposa.

JAMES: Sí que la conoce. La conoció a las diez el viernes pasado en el saló n del hotel. Comenzaron a conversar, la invi­tó con algunas copas, subieron juntos en el ascensor. En el ascensor usted no le sacó la vista de encima, descu­brieron que estaban los dos en el mismo piso, la ayudó a salir tomá ndola del brazo. Usted se detuvo con ella en el pasillo, mirá ndola. Le tocó el hombro, se despidió, fue a su habitació n, ella fue a la de ella y usted a la suya; se puso el pijama amarillo y un salto de cama negro, cami­nó por el pasillo y golpeó a su puerta, usted habí a olvi­dado su pasta dentí frica en la ciudad. Ella abrió la puerta, y usted entró. Ella todaví a estaba vestida, usted admiró la habitació n, ¡ era tan femenina! Estaba muy despierto, se le habí a ido el sueñ o, se sentó, sobre la cama. Ella querí a que se fuera; usted no quiso. Ella se sintió moles­ta, usted la comprendió, lejos de su hogar, en un viaje de negocios, vida horrible, especialmente para una mujer, usted la consoló, la tranquilizó y se quedó.

 

(Pausa. )

 

BILL: Mire, ¿ le molestarí a... irse ahora? Me está dando dolor de cabeza.

JAMES: Usted sabí a que ella era casada... ¿ Por qué se vio en la necesidad de... hacer eso?

BILL: Ella tambié n debió saber que era casada. ¿ Por qué se vio en la necesidad de... hacer lo que hizo?

(Pausa. )

(Con una risita. ) ¿ Lo pesqué, eh?

(Pausa. )

Bueno, mire, en realidad no es otra cosa que una gran estupidez. Usted lo sabe.

(Bill va hacia el estuche de cigarrillos y prende uno. )

¿ Se supone que ella debí a resistirse a mí?

JAMES: Un poco.

BILL: ¿ Só lo un poco?

JAMES: Sí.

BILL: ¿ Usted le cree a ella?

JAMES: Sí.

BILL: ¿ Todo lo que dice?

JAMES: Seguro.

BILL: ¿ Mordió?

JAMES: No.

BILL: ¿ Arañ ó?

JAMES: Un poco.

BILL: Usted tiene una mujer abnegada, ¿ no? Lo mantie­ne bien informado, hasta en los má s mí nimos detalles. Ella arañ ó un poco, ¿ no es cierto? ¿ Dó nde? (Levanta una mano. ) ¿ En la mano? No hay cicatriz. No existe cicatriz en ninguna parte. Absolutamente sin cica­triz. Podemos ir a ver a un escribano, si quiere. Me desvestiré, y le mostraré mi cuerpo sin cicatrices. Sí, lo que necesitamos es un testigo independiente. ¿ Usted tiene alguna mucama que esté de su parte, o algo así?

 

(James aplaude brevemente. )

 

JAMES: Usted es gracioso, ¿ no es cierto? No pensé que fuese tan bromista. Realmente, tiene sentido del humor. ¿ Sabe como lo llamarí a?

BILL: ¿ Có mo?

JAMES: Un picaro.

BILL: Oh, muchas gracias.

JAMES: No, me complace hacer un cumplido cuando corresponde. ¿ Podrí amos tomar una copa?

BILL: Es usted muy bueno.

JAMES: ¿ Qué toma?

BILL: ¿ Tiene vodka?

JAMES: Veamos. Sí, creo que vamos a encontrar vodka para usted.

BILL: ¡ Oh, de rechupete!

JAMES: Repita eso.

BILL: ¿ Qué?

JAMES: Esa palabra.

BILL: ¿ De rechupete?

JAMES: Eso.

BILL: Rechupete.

JAMES: Maravilloso. Usted probablemente recuerde eso de la escuela, ¿ no es cierto?

BILL: Ahora que lo menciona, puede que sea así.

JAMES: Sí, me pareció. Aquí está su vodka.

BILL: ¡ Qué generosidad!

JAMES: En absoluto. Salud. (Beben. )

BILL: Salud.

JAMES: Eh, venga para acá.

BILL: ¿ Qué?

JAMES: Estoy convencido de que usted generalmente tiene mucho é xito en las fiestas.

BILL: Bueno, es lindo escucharlo, pero yo no dirí a que ten­go tanto é xito.

JAMES: Vamos, estoy seguro que sí. (Pausa. )

BILL: Usted cree que soy exitoso, ¿ no es cierto?

JAMES: Creo que lo es en las fiestas,

BILL: No, en realidad no creo que sea para tanto. En cam­bio, sí lo es el tipo con el que comparto la casa.

JAMES: Ah, me encontré con é l. Me pareció un tipo jovial. BILL: Sí, es muy bueno en las fiestas. Tiene algo de mago. JAMES: ¿ Qué, conejos?

BILL: Bueno, no precisamente conejos.

JAMES: ¿ No usa conejos?

BILL: No. En realidad no le gustan los conejos. Le dan alergia

JAMES: Pobre tipo.

BILL: Sí, es una lá stima.

JAMES: ¿ Consultó a un mé dico?

BILL: Oh, lo padece desde que era así de alto.

JAMES: ¿ Se crió en el campo, supongo?

BILL: En cierto sentido, sí.

(Pausa. )

Bueno, viejo, fue un placer conocerlo. Tiene que vol­ver cuando el tiempo mejore.

(James hace un repentino movimiento hacia ade­lante. Bill retrocede y cae por sobre un puf al sue­lo. Risita de James. Pausa. )

Me hizo derramar el trago. Hizo que lo derramara sobre mi chaqueta.

(James está parado sobre é l. )

Me serí a fá cil patearlo desde aquí.

(Pausa. )

¿ Dejará que me levante?

(Pausa. )

¿ Dejará que me levante?

(Pausa. )

Escuche... tengo que decirle algo.

(Pausa. )

Si usted me dejara levantar...

(Pausa. )

 No estoy muy có modo.

(Pausa. )

Si usted me dejara levantar... yo le dirí a... le dirí a la verdad...

 

(Pausa. )

 

JAMES: Dí game la verdad desde ahí.

BILL: No, no. Cuando me haya levantado.

JAMES. Dí gamela desde ahí.

 

(Pausa. )

 

BILL: Bueno. Só lo se lo cuento porque estoy totalmente aburrido... La verdad... es que nunca pasó... bueno, por lo menos lo que usted dijo. No sabí a que ella estaba casa­da. Nunca me lo dijo. Nunca dijo una palabra. Nada de eso... sucedió, se lo puedo asegurar. Todo lo que pasó fue... usted en realidad tuvo razó n en que subimos en el ascensor... nosotros... salimos del ascensor y de repente la tení a entre mis brazos. Realmente no fue culpa mí a, nada estaba má s lejos de mi mente, fue la mayor sorpresa de mi vida. De repente le tengo que haber parecido terriblemente atractivo, no lo sé... pero yo... yo no me negué. De todas maneras só lo nos besa­mos un poco, só lo durante algunos minutos, al lado del ascensor, nadie a la vista, y eso fue todo; ella fue a su habitació n.

(Se levanta del puf. )

El resto simplemente no sucedió. Quiero decir que yo no harí a una cosa así. Quiero decir, ese tipo de cosa... Eso no significa nada. Puedo entender que usted esté enojado, por supuesto, pero honestamente no hubo nada má s. Só lo algunos besos. (Bill se levanta limpian­do su chaqueta. ) Lo siento muchí simo, realmente, quie­ro decir que no tengo idea de por qué ella inventó todo eso. Pura fantasí a. Realmente se portó mal. Es má s bien exagerado. (Pausa. ) ¿ Usted la conoce bien?

JAMES: Y entonces a eso de la medianoche usted fue al bañ o privado de ella y se bañ ó. Usted cantaba " Cruzando por el campo de centeno". Usó su toalla de bañ o. Luego caminó por el cuarto con su toalla de bañ o, haciendo como si fuese un romano.

BILL: ¿ Eso hice?

JAMES: Ahí fue cuando llamé por telé fono.

(Pausa. )

Hablé con ella. Le pregunté como estaba. Me dijo que estaba bien. Su voz era un poco apagada. Le pedí que hablara má s alto. No tení a mucho que contarme. Usted estaba sentado sobre la cama, al lado de ella.

(Silencio. )

BILL: Sentado no, acostado.

 

(Apagó n. )

(Campanas de iglesia. )

(Luz fuerte sobre el departamento y la casa. )

(Domingo de mañ ana. )

(James está sentado solo en el living del departamento, leyendo el diario. Harry y Bill está n sentados en living de la casa. Bill lee el diario. Los dos tienen una taza de café delante. )

(Harry lo observa. )

(Silencio. )

(Campanas de iglesia. )

(Silencio. )

 

HARRY: Deja ese diario.

BILL: ¿ Qué?

HARRY: Dé jalo.

BILL: ¿ Por qué?

HARRY: Ya lo leí ste.

BILL: No, no lo hice. Me queda mucho por leer.

HARRY: Te dije que lo dejaras.

 

(Bill lo mira, le tira el diario frí amente y se para. ) (Harry lo levanta y lee. )

 

BILL: Ah, lo que querí as era tenerlo vos, ¿ no es cierto?

HARRY: ¿ Que querí a tenerlo? No, no querí a.

(Harry arruga el diario deliberadamente y lo deja caer. ) No lo quiero. ¿ Lo queré s vos?

BILL: Está s un poco raro esta mañ ana, ¿ no?

HARRY: ¿ Te parece?

BILL: Sí, yo dirí a.

HARRY: Bueno, sabes lo que pasa, ¿ no?

BILL: No.

HARRY: Son las campanas de la iglesia. Vos sabes có mo me ponen las campanas de la iglesia. Sabes có mo me afectan.

BILL: Yo nunca las oigo.

HARRY: Vos no sos el tipo de persona a quien le podrí a afectar, ¿ no te parece?

BILL: Me parece que todo esto es bastante idiota.

 

(Bill se agacha para tomar el diario. )

 

HARRY: No toques ese diario.

BILL: ¿ Por qué no?

HARRY: No lo toques.

 

(Bill lo mira fijo y despué s, despacito, levanta el diario. )

(Silencio. )

(Se lo tira a Harry. )

 

BILL: Acá lo tenes. No lo quiero.

 

(Bill sale y sube las escaleras. Harry abre el diario y lo lee) (En el departamento Stella entra con una bandeja con café y galletitas. Coloca la bandeja sobre la mesa para café y le pasa una taza a James. Ella bebe. )

 

STELLA: ¿ Queré s una galletita?

JAMES: No, gracias.

 

(Pausa. )

 

STELLA: Yo voy a comer una.

JAMES: Vas a engordar.

STELLA: ¿ Por las galletitas?

JAMES: ¿ No querrá s engordar, no?

STELLA: ¿ Por qué no?

JAMES: A lo mejor, sí.

STELLA: No es una de mis metas.

JAMES: ¿ Cuá les son tus metas?

(Pausa. )

Querrí a una aceituna.

STELLA: ¿ Aceituna? No tenemos.

JAMES: ¿ Có mo sabes?

STELLA: Yo sé.

JAMES: ¿ Fuiste a mirar?

STELLA: No necesito mirar, yo sé lo que tengo.

JAMES: ¿ Sabes lo que tenes?

(Pausa. )

¿ Por qué no tenemos aceitunas?

STELLA: Yo no sabí a que te gustaban.

JAMES: Ese debe ser el motivo por el que nunca tuvimos en casa. Simplemente nunca estuviste interesada lo sufi­ciente por las aceitunas como para preguntarme si a mí me gustaban o no.

 

(Suena el telé fono en la casa. Harry baja el diario y lo atiende. Bill está bajando las escaleras. Quedan parados frente a frente un momento. Harry levanta el tubo. Bill ingresa, levanta el diario y se sienta. )

 

HARRY: Hola. ¿ Qué? No. Nú mero equivocado. (Cuelga. ) Nú mero equivocado. ¿ Quié n pensá s que puede haber sido?

BILL: No pensé.

HARRY: Ah, de paso, ayer te llamó un tipo.

BILL: ¿ Ah, sí?

HARRY: Justo cuando te habí as ido.

BILL: ¿ Ah, sí?

HARRY: Bueno, llegó la hora de comer. ¿ Papas asadas o papas fritas?

BILL: No quiero papas, gracias.

HARRY: ¿ No queré s papas? Qué cosa extraordinaria. Sí, ese tipo, preguntó por vos, te querí a hablar.

BILL: ¿ Para qué?

HARRY: Querí a saber si alguna vez limpiaste tus zapatos con un producto para lustrar muebles.

BILL: ¿ De veras? Qué extrañ o.

HARRY: No es extrañ o. Será algú n tipo de encuesta nacional. BILL: ¿ Qué pinta tení a?

HARRY: Oh... cabello color limó n, dientes manchados de marró n, una pierna ortopé dica, ojos verde botella y un postizo. Lo ¿ conoces?

BILL: Nunca lo vi.

HARRY: Lo conocerí as si lo vieras.

BILL: Lo dudo.

HARRY: ¿ Qué, un hombre con ese aspecto?

BILL: Hay muchos hombres así.

HARRY: Eso es cierto. Es muy cierto. Lo ú nico que sucede es que ese fue el hombre que estuvo aquí anoche.

BILL: ¿ Estuvo? No lo vi.

HARRY: Oh, sí, estuvo aquí, pero tengo la rara sensació n de que llevaba una careta. Era el mismo hombre, pero usaba una careta, eso es todo. No bailó aquí anoche, ni hizo gimnasia, ¿ no es cierto?

BILL: Nadie bailó aquí anoche.

HARRY: Ahá. Bueno, es por eso que no notaste su pierna ortopé dica. Yo no pude dejar de verla cuando pasé por la puerta de entrada. Porque é l estaba parado total­mente desnudo en el escaló n superior. Sin embargo no parecí a tener mucho frí o. Tení a una bolsa de agua caliente bajo su brazo en lugar de un sombrero.

BILL: Verdaderamente esas campanadas de la iglesia te dejaron una marca.

HARRY: No ayudaron, pero el nudo de la cuestió n, viejo, que vengan extrañ os a mi casa sin ser invitados. (Pausa) ¿ Quié n es ese hombre y qué es lo que quiere?

 

(Pausa. Bill se levanta. )

 

BILL: ¿ Me perdonas? Creo que es hora de que me vista, ¿ no crees?

 

(Bill sube las escaleras. )

(Harry, despué s de un momento, se da vuelta y lo sigue. Sube despacito las escaleras. )

(Baja la luz en la casa, totalmente. )

(En el departamento James sigue leyendo el diario. Stella está sentada en silencio. )

(Silencio. )

 

STELLA: ¿ Qué te parece si hoy salimos a correr... por el campo?

 

(Pausa. James baja el diario. )

JAMES: Tomé una decisió n.

STELLA: ¿ Qué?

JAMES: Voy a ir a verlo.

STELLA: ¿ Verlo? ¿ A quié n? (Pausa. ) ¿ Para qué?

JAMES: Oh..., para charlar con é l.

STELLA: ¿ Cuá l es el sentido?

JAMES: Creo que me gustará.

STELLA: Es que yo no veo... qué es lo que ganarí as con eso. ¿ Cuá l es el sentido? (Pausa. )

¿ Qué es lo que vas a hacer, pegarle?

JAMES: No, no. Só lo me gustarí a escuchar lo que tiene que decir.

STELLA: ¿ Por qué?

JAMES: Quiero conocer su posició n.

 

(Pausa. )

 

STELLA: É l no tiene importancia.

JAMES: ¿ Qué queré s decir?

STELLA: É l no es importante.

JAMES: ¿ Queré s decir que cualquiera hubiera sido lo mis­mo? ¿ Queré s decir que por casualidad fue é l, pero que tambié n hubiera podido ser cualquier otro?

STELLA: No.

JAMES: ¿ Entonces qué?

STELLA: Por supuesto que no hubiera podido ser cualquie­ra. Fue é l. Fue justo... algo que...

JAMES: Eso es lo que quiero decir. Fue é l. Por eso creo que vale la pena ir a verlo. Quiero saber có mo es. Será ins­tructivo, didá ctico.

 

(Pausa. )

 

STELLA: Por favor, no vayas a verlo. De todos modos, no sabes dó nde vive.

JAMES: ¿ Entonces pensá s que no debo verlo?

STELLA: Eso no hará... que te sientas mejor.

JAMES: Quiero ver si cambió.

STELLA: ¿ Qué queré s decir?

JAMES: Quiero ver si cambió desde la ú ltima vez. Se puede haber venido abajo desde que lo vi por ú ltima vez. Sin embargo debo admitir que parecí a estar en buenas condiciones.

STELLA: Nunca lo viste.

(Pausa. )

 No lo conoces.

(Pausa. )

Si no sabes dó nde vive...

(Pausa. )

¿ Cuá ndo lo viste?

JAMES: Cenamos juntos anoche.

STELLA: ¿ Qué?

JAMES: Es un esplé ndido anfitrió n.

STELLA: No lo creo.

JAMES: ¿ Estuviste alguna vez en su casa?

(Pausa. )

Es muy linda. ¿ Estuviste alguna vez?

STELLA: Lo conocí en Leeds, eso es todo.

JAMES: ¡ Ah!, Eso es todo. Bueno, tenemos que ir a su casa alguna noche. No puedo negar que la comida es bue­na. Me pareció encantador.

(Pausa. )

Se acordaba bien de lo que pasó. Fue absolutamente franco, como un hombre respetable, í ntegro. Confirmó toda tu historia.

STELLA: ¿ Sí?

JAMES: Mmmm. Lo ú nico que... má s bien dejó entrever, que fuiste vos la que lo buscó. Por supuesto, es una forma absolutamente masculina de decir las cosas.

STELLA: Es una mentira.

JAMES: Sabes como son los hombres. Le recordé que te resististe, y que te asqueó todo el asunto, pero que estuvis­te -¿ có mo se puede decir? - como hipnotizada por é l; eso pasa algunas veces. Estaba de acuerdo con que puede pasar algunas veces. Me contó que una vez un gato lo hipnotizó. Sin embargo, no entró en má s deta­lles. Debo admitir, tambié n, que hicimos buenas migas. Tenemos los mismos intereses. Tomando Cognac es de lo má s divertido.

STELLA: No me interesa.

JAMES: De hecho, todo este asunto lo divirtió mucho.

STELLA: ¿ De veras?

JAMES: Pero especialmente, mientras tomá bamos cognac. Sus puntos de vista son correctos, ¿ sabes? Como hom­bre, tengo que admirarlo.

STELLA: ¿ Cuá l es su posició n?

JAMES: ¿ Cuá l es tu posició n?

STELLA: No sé adonde queré s llegar... Justamente no sé adonde queré s llegar... yo só lo... Tení a la esperanza de que entendieras...

(Se cubre la cara, llorando. )

JAMES: Bueno, sí entiendo, pero recié n despué s de haber estado con é l. Ahora estoy totalmente feliz. Lo puedo ver de los dos lados, de tres lados, de todos los lados... de cada uno de los lados. Está perfectamente claro, no tiene nada de particular, todo volvió a la normalidad. La ú nica diferencia es que me encontré con un hom­bre al que puedo respetar. Eso no pasa con frecuencia; no es frecuente que eso pase, y realmente supongo que es a vos a quien se lo tengo que agradecer.

(Se inclina hacia adelante y le palmea el brazo. )

Gracias.

(Pausa. )

Me hace recordar a un tipo con el que fui a la escuela. Hawkins. Honestamente, me hizo recordar a Hawkins. Hawkins tambié n era un faná tico de la ó pera. Así es este... ¿ có mo se llama? Yo tambié n soy un poco faná ­tico de la ó pera. Siempre lo mantuve en estricto secre­to. Puede ser que alguna noche vaya con tu amigo a la ó pera. Dice que siempre puede conseguir entradas gra­tis. Conoce a algunos de esos tipos. Tal vez pueda ubi­car al viejo amigo Hawkins e invitarlo a que é l tambié n vaya. Es un tipo muy culto, tu amigo. Creo que es muy inteligente. Tiene una colecció n de jarrones chi­nos fijados a una pared, que le deben haber costado por lo menos mil quinientos cada uno. Bueno, no se pue­de evitar observar una cosa así. Quiero decir, que no se puede negar que es un hombre de buen gusto. En eso se pasa. Bueno, supongo que é l te impresionó de la misma forma. Má s bien debo darte las gracias. Despué s de dos añ os de matrimonio me parece, sin embargo, que por accidente abriste todo un nuevo mundo para mí.

 

(La luz desciende hasta el apagó n. )

(Sube en la casa. Es de noche. )

(Bill viene de la cocina con una bandeja con aceitu­nas, queso, papas fritas, y una radio portá til en la que suena Vivaldi, muy despacito. Coloca la bandeja sobre la mesa, arregla los almohadones y come una papa frita. James aparece en la puerta de entrada y toca el timbre. Bill va hacia la puerta, la abre y James entra. En el hall ayuda a James a sacarse el sobretodo. James entra en el cuarto, Bill lo sigue. James observa que en la bandeja hay aceitunas y sonrí e. Bill sonrí e. James va hacia los jarrones chinos y los estudia. Bill sirve copas. Suena el telé fono en el departamento. )

(En el departamento sube la luz. Es de noche. La cabi­na de telé fono se ilumina a media luz. )

(En la cabina se adivina una figura. Stella entra desde el dormitorio, llevando el gatito. Va al telé fono. Bill alcanza una copa a James. Beben. )

 

STELLA: Hola.

HARRY: ¿ Es usted, James?

STELLA: ¿ Qué? No, no es. ¿ Quié n habla?

HARRY: ¿ Dó nde está James?

STELLA: Salió.

HARRY: ¿ Salió? Bueno, está bien. Voy para allá.

STELLA: ¿ Qué me está diciendo? ¿ Quié n es usted?

HARRY: No salga.

 

(La comunicació n se corta. Stella apoya el tubo y se sienta erguida con el gatito en la silla. )

(La iluminació n en el departamento queda a media luz. ) (Hay apagó n en la cabina de telé fono. )

JAMES: ¿ Sabes una cosa? Me haces acordar a un tipo que conocí una vez. Hawkins. Sí. Era un tipo bastante alto.

BILL: ¿ Era alto?

JAMES: Sí.

BILL: ¿ Y por qué te hago acordar a é l?

JAMES: Era un bromista... (Pausa. )

BILL: ¿ Así que era alto?

JAMES: Sí... Eso era.

BILL: Bueno, vos no sos petiso.

JAMES: No soy alto.

BILL: Bastante ancho,

JAMES: Eso no hace que sea alto.

BILL: Nunca dije que lo hiciera.

JAMES: Bueno, ¿ qué es lo que está s diciendo?

BILL: Nada. (Pausa. )

JAMES: Tampoco dirí a que soy ancho.

BILL: Bueno, só lo te ves a vos mismo en el espejo, ¿ eh?

JAMES: Eso me basta.

BILL: Engañ an.

JAMES: ¿ Los espejos?

BILL: Y mucho.

JAMES: ¿ Tenes uno?

BILL: ¿ Qué?

JAMES: Un espejo.

BILL: Hay uno justo enfrente tuyo.

JAMES: Lo veo.

(James se mira al espejo. )

Vení acá, mí rate vos tambié n.

(Bill se para a su lado y mira. Miran juntos. Despué s James va hacia la izquierda del espejo y vuelve a observar el reflejo de Bill. )

No creo que los espejos engañ en.

 

(James se sienta. Bill sonrí e y sube la radio. Se quedan sentados escuchando. )

(La iluminació n, en la casa, baja a media luz y la radio se apaga. )

(Sube la luz, a pleno, en el departamento. ) (Suena el timbre de la puerta. )

(Stella se levanta y va a la puerta de entrada. Se oyen voces apagadas. )

 

STELLA: ¿ Sí?

HARRY: ¿ Có mo le va? Mi nombre es Harry Kane. Me gus­tarí a tener una charla con usted. No es para asustarse. ¿ Puedo entrar?

STELLA: Sí.

HARRY (entrando): ¿ Aquí?

STELLA: Sí.

 

(Entran en el cuarto. )

 

HARRY: ¡ Qué hermosa lá mpara!

STELLA: ¿ Qué es lo que desea?

HARRY: ¿ Usted conoce a Bill Lloyd?

STELLA: No.

HARRY: Oh, ¿ no lo conoce?

STELLA: No.

HARRY: ¿ No lo conoce personalmente?

STELLA: No lo conozco.

HARRY: Lo encontré en un tugurio ¿ sabe?, por casualidad. Justo yo estaba en ese lugar y é l tambié n. Enseguida me di cuenta de que tení a talento. Le conseguí un techo, un trabajo, y terminó triunfando. Fuimos muy amigos durante añ os.

STELLA: ¿ Ah, sí?

HARRY: Usted seguramente oyó hablar de é l, de su reputa­ció n. Es un diseñ ador de modas.

STELLA: Sí, oí hablar de é l,

HARRY: Los dos son diseñ adores de modas.

STELLA: Sí.

HARRY: ¿ No pertenecerá usted al Club de Trapos y Bolsas, no?

STELLA: ¿ El qué?

HARRY: El Club de Trapos y Bolsas. Creo haberla visto allí.

STELLA: No, no lo conozco.

HARRY: ¡ Qué lá stima! Le gustarí a.

(Pausa. )

 Sí.

(Pausa. )

 Vine por el tema de su esposo.

STELLA: ¿ Ahá?

HARRY: Sí, estuvo molestando a Bill ú ltimamente, con una historia muy fantasiosa.

STELLA: La conozco y lo lamento mucho.

HARRY: ¿ Oh, usted sabe? Bueno, realmente fue muy moles­to, quiero decir que el muchacho debe seguir con su tra­bajo. Este tipo de cosas entorpece su tarea.

STELLA: Lo lamento. ¡ Qué... mala suerte!

HARRY: Sí, de veras.

(Pausa. )

STELLA: No puedo entenderlo... Tuvimos un matrimonio feliz durante dos añ os, ¿ sabe? Antes yo ya estuve... en otras partes... mostrando vestidos aquí y allá; mi espo­so dirige el negocio. Algo así nunca pasó antes.

HARRY: ¿ Qué es lo que no pasó antes?

STELLA: Bueno, que mi esposo de repente haya soñ ado con una historia tan fantasiosa sin ningú n fundamento.

HARRY: Eso es lo que dije. Dije que es una historia fanta­siosa.

STELLA: Lo es.

HARRY: Eso fue lo que dije y eso es lo que dice Bill. Los dos pensamos que es una historia fantasiosa.

STELLA: Quiero decir, el Sr. Lloyd estuvo en Leeds, pero yo casi no lo vi, a pesar de que está bamos parando en el mismo hotel. Nunca me encontré ni hablé con el... y de repente mí marido me acusa de... realmente fue muy desagradable.

HARRY: Sí. ¿ Cuá l cree usted que tendrí a que haber sido el motivo? ¿ Usted piensa que su marido... no le tiene con­fianza, o algo así?

STELLA: Por supuesto que la tiene. Lo que sucede es que ú ltimamente no anduvo muy bien; fue por exceso de tra­bajo.

HARRY: Eso es malo. Sin embargo, usted sabe como es en nuestro negocio. ¿ Por qué no se lo lleva para que se tome unas largas vacaciones? Al sur de Francia.

STELLA: Sí. De todos modos, lamento mucho que el Sr. Lloyd tuviera que pasar por todo esto.

HARRY: Oh. ¡ Qué hermoso gatito, es un hermoso gatito! Mish, mish, mish. ¿ Có mo se llama? Vení acá, mish, mish.

(Harry se sienta al lado de Stella, acaricia y hace mimos al gatito. )

(La iluminació n baja a media luz. )

(La luz se enciende a pleno en la casa. )

(Bill y James, con copas en la mano, siguen en la mis­ma posició n. )

(Se oye mú sica. Bill apaga la radio. )

(No hay má s mú sica. )

 

BILL: ¿ Tenes hambre?

JAMES: No.

BILL: ¿ Una galletita?

JAMES: No tengo hambre.

BILL: Tengo aceitunas.

JAMES: ¿ Sí?

BILL: ¿ Queré s una?

JAMES: No, gracias.

BILL: ¿ Por qué no?

JAMES: No me gustan.

(Pausa. )

BILL: ¿ No te gustan las aceitunas?

(Pausa. )

¿ Qué carajo tenes contra las aceitunas?

(Pausa. )

JAMES: Las detesto.

BILL: ¿ De veras?

JAMES: Detesto su olor.

(Pausa. )

BILL: ¿ Queso? Tengo un cuchillo estupendo para queso.

(Toma un cuchillo para queso. )

Mira. ¿ No te parece que es bá rbaro?

JAMES: ¿ Está afilado?

BILL: Probalo. Toca la hoja. No te vas a cortar. No si sabes manejarlo. No si agarras la empuñ adura con fuerza.

(James no toca el cuchillo. )

(Bill está parado sostenié ndolo. )

(Sigue la luz en la casa. )

(Vuelven las luces a pleno en el departamento. )

 

HARRY (De pie): Bueno, adió s. Fue muy linda nuestra pequeñ a charla.

STELLA: Sí.

HARRY: Ahora está todo claro.

STELLA: Me alegro.

 

(Se dirigen hacia la puerta. )

 

HARRY: Ah, el Sr. Lloyd me pidió que le trasmita sus mejo­res deseos... y sus recuerdos.

(Sale. Ella permanece de pie. ) Adió s.

(Se cierra la puerta de entrada. Stella se acuesta en el sofá con el gatí to. Apoya su cabeza, se queda quieta. )

(Las luces bajan a media luz. )

BILL: ¿ De qué tenes miedo?

JAMES (alejá ndose): ¿ Qué es eso?

BILL: ¿ Qué?

JAMES: Creí a que era un trueno.

BILL (a é l): ¿ Por qué tenes miedo de agarrar este cuchillo?

JAMES: No tengo miedo. Só lo estaba pensando en el true­no de la semana pasada, cuando vos y mi esposa esta­ban en Leeds.

BILL: Oh, no empecemos otra vez. Creí a que habí amos dejado atrá s todo eso. ¿ No es cierto? No me digas que todaví a te preocupa.

JAMES: Oh, no. Só lo es nostalgia.

BILL: Verdaderamente cuando te enteras de la verdad toda herida sana, ¿ no es cierto? Quiero decir, cuando se confirma la verdad. Yo habrí a pensado que es sí.

JAMES: Por supuesto.

BILL: ¿ Qué es lo que queda por pensar? Es algo lamenta­ble que nunca deberí a repetirse. Sin pasado, sin futu­ro. ¿ Entendé s lo que digo? Sos un tipo que estuvo casado durante dos añ os. ¿ No sos feliz? Existe un lazo de hierro entre tu mujer y vos. No puede ser quebrado por algo tan trivial como esto. Me disculpé, ella se disculpó. Honestamente, ¿ qué má s podes esperar?

 

(Pausa... James lo mira. Bill sonrí e. Harry aparece por la puerta de entrada, la abre y la cierra silenciosamente, y permanece en el hall, sin ser detectado por los otros. )

 

JAMES: Nada.

BILL: Toda mujer puede tener tarde o temprano un arrebato de... salvaje sensualidad. Por lo menos a mí me parece. Es parte de su naturaleza. Aunque fuese el tipo de sen­sualidad que vos mismo nunca tuviste la suerte de expe­rimentar. ¿ Qué? (Se rí e. ) Supongo que es el destino de todo marido. Creo que es el sistema el que tiene la culpa, no vos. Tal vez ella nunca má s necesite hacerlo, quié n sabe.

(James se levanta, se acerca a la frutera, y agarra el cuchillo de la fruta. Pasa su dedo a lo largo de la hoja. )

JAMES: Está bastante afilado.

BILL: ¿ Qué queré s decir?

JAMES: Dale.

BILL: ¿ Có mo?

JAMES: Dale. Vos tenes ese. Yo tengo este.

BILL: ¿ Qué tiene?

JAMES: A veces me canso de las palabras, ¿ vos no? Juguemos. Para divertirnos.

BILL: ¿ Qué tipo de juego?

JAMES: Simulemos un duelo.

BILL: No quiero simular un duelo, gracias.

JAMES: Claro que queré s. Dale. El primero al que se toque es una gallina.

BILL: ¿ No crees que sea poco ingenioso?

JAMES: En absoluto. Dale, a la primera posició n.

BILL: Creí a que eramos amigos.

JAMES: Por supuesto que somos amigos. ¿ Qué carajo te pasa? No te voy a matar. Es solo un juego, eso es todo. Estamos jugando un juego. ¿ No sos miedoso, no?

BILL: Creo que es estú pido.

JAMES: Caramba. Sos bastante aguafiestas.

BILL: De todas maneras yo dejo mi cuchillo.

JAMES: Bueno, yo lo voy a levantar.

 

(James lo hace y lo encara con dos cuchillos. )

 

bill: Ahora tenes dos.

james: Tengo otro en el bolsillo de atrá s.

 

(Pausa. )

 

bill: ¿ Qué haces con ellos, los tragas?

JAMES: ¿ Eso haces vos?

 

(Pausa... Se miran fijo. )

(De repente. ) ¡ Dale! ¡ Trá galo!

 

(James lanza el cuchillo a la cara de Bill. Bill levanta una mano para proteger su cara y toma el cuchillo por la hoja. Se corta la mano. )

BILL: ¡ Ah!

JAMES: ¡ Qué bien lo atajaste! ¿ Qué te pasa?

(Examina la mano de Bill. )

Dé jame ver. Ah, sí. Ahora tenes una cicatriz en tu mano. ¿ No tení as ninguna antes, no?

(Harry entra en el cuarto. )

HARRY (entrando): ¿ Qué hiciste? ¿ Te cortaste la mano? Dé jame ver. (A James. ) Só lo un pequeñ o corte, ¿ no? Es culpa suya por no haberse agachado. Debo haberle dicho millones de veces... que cuando alguien le tire un cuchillo, lo má s estú pido que puede hacer es ata­jarlo. Se expone a lastimarse, salvo que fuese de goma. Lo má s seguro es agacharse. ¿ Usted es el Sr. Horne?

JAMES: Sí, así es.

HARRY: Mucho gusto de conocerlo. Mi nombre es Harry Kane. ¿ Lo atendió bien Bill? Le pedí que lo hiciera quedar hasta que yo volviese. Me alegra que pudiera espe­rarme. ¿ Qué vamos a tomar? ¿ Whisky? Permí tame que le sirva. Usted y su esposa tienen esa pequeñ a boutique que está al fondo de la calle, ¿ no es cierto? ¡ Qué raro que nunca nos encontrá ramos viviendo tan cer­ca, siendo todos del mismo mé tier Bueno, acá tiene. ¿ Todaví a tenes, Bill? ¿ Dó nde está tu vaso? ¿ Es é ste? Acá tenes. ¡ Oh, deja de frotarte la mano, por Dios! Só lo es un cuchillo para queso. Bueno, Sr. Horne, todo lo mejor. Brindo por la salud de todos nosotros, por nues­tra felicidad y prosperidad para el futuro, incluyendo a su esposa, por supuesto. Mens sana in corpore sano. Salud.

(Beben. )

De paso, acabo de ver a su esposa. ¡ Qué hermoso gatito tiene! Deberí as verlo, Bill; es todo blanco. Tuvimos una charla muy agradable, su esposa y yo. Escuche... viejo... ¿ puedo ser sincero con usted?

JAMES: Por supuesto.

HARRY: Su esposa... sabe... me hizo una pequeñ a confe­sió n. Creo que esa es la palabra. (Pausa. )

(Bill se está chupando la mano. )

Lo que confesó fue... que habí a inventado todo. Ella fue la que inventó esa desgraciada historia, por algú n motivo extrañ o. Bill y su esposa nunca se encontra­ron, ¿ sabe?; ni siquiera se hablaron. Eso coincide con lo que dice Bill, y eso es lo que tambié n su esposa admi­te. No tuvieron nada que ver entre ellos; no se cono­cen. Las mujeres son muy extrañ as. Pero supongo que usted sabe má s de esto que yo; es su esposa. En su lugar yo volverí a a casa y le golpearí a la cabeza con una sarté n, recomendá ndole que nunca má s invente histo­rias como esa.

 

(Pausa. )

 

JAMES: ¿ Entonces ella inventó todo, eh?

HARRY: Me temo que sí.

JAMES: Entiendo. Bueno, muchas gracias por contá rmelo.

HARRY: Pensé que le quedarí a todo má s claro, viniendo de una persona que está totalmente afuera del asunto.

JAMES: Sí, muchas gracias.

HARRY: ¿ No es así, Bill?

BILL: Oh, sí. Ni siquiera conozco a esa mujer. No la reco­nocerí a si la viese. Fue pura fantasí a.

JAMES: ¿ Có mo está tu mano?

BILL: Bastante bien.

JAMES: ¿ No es raro que hayas confirmado toda la versió n de ella?

BILL: Fue divertido hacerlo.

JAMES: ¿ Ah, sí?

BILL: Sí. Me divertí con vos. Querí as que te lo confirmara. Me divirtió hacerlo.

 

(Pausa. )

 

HARRY: Bill es un muchacho de tugurio, ¿ sabe? Tiene un sentido del humor propio de los tugurios. Por eso nunca lo llevo a fiestas. Porque tiene mentalidad de tugurio. No tengo nada contra las mentes de tugurio per se, ¿ entiende? Nada en absoluto. Hay un determinado tipo de mentalidad de tugurio que está perfectamente bien para el tugurio, pero cuando este tipo de mentalidad de tugurio sale de su á mbito, algunas veces persiste, ¿ sabe? y lo pudre todo. Bill es eso. Hay algo ligeramente podrido en é l, ¿ no le parece? Como una babosa. No hay nada de malo con las babosas cuando está n en su lugar, pero é l es una babosa de tugurio; no hay nada de malo con las babosas de tugurio cuando está n en su lugar, pero esta no quiere mantenerse en su lugar: se arrastra por todas las paredes de hermosas casas, dejando su baba, ¿ no es cierto, muchacho? Larga pequeñ as, estú pidas y só rdi­das historias só lo para divertirse, mientras que todos los demá s tenemos que correr en cí rculo para llegar al meollo de la cuestió n, y limar las asperezas. Todo lo que hace es permanecer sentado y chuparse su mano ensan­grentada y descomponerse como la sucia podrida babo­sa que es. ¿ Quiere otro whisky, Horne?

JAMES: No, creo que debo irme. Bueno, estoy contento de que no pasara nada. Es un gran alivio para mí.

HARRY: Debe serlo.

JAMES: En realidad mi esposa no ha estado bien ú ltima­mente. Demasiado trabajo.

HARRY: Eso es malo. Y bueno, usted sabe có mo es en nues­tro ramo.

JAMES: Creo que lo mejor que se puede hacer es llevarla a que tome unas largas vacaciones.

HARRY: Al sur de Francia.

JAMES: A las islas griegas.

HARRY: Por supuesto que es indispensable el sol.

JAMES: Lo sé. Las Bermudas.

HARRY: Perfecto.

JAMES: Bueno, muchas gracias, Sr. Kane, por aclararme la mente. Creo que no voy a hablar de eso cuando llegue a casa. La voy a invitar a salir a tomar una copa o al­go así. Olvidarnos de todo.

HARRY: Mejor que se apure. Falta poco para la hora de cierre.

 

(James se acerca a Bill, quien está sentado. )

 

JAMES: Lamento haberte cortado la mano. Por supuesto que tuviste suerte al atajarlo. Si no te hubiera podido cor­tar la boca. ¿ No es tan terrible, no es cierto?

(Pausa. )

Mira... en realidad deberí a disculparme por esta estú ­pida historia que mi esposa inventó. La culpa verda­deramente es toda de ella, y mí a, por creerle. No es tu culpa por tomar las cosas como lo hiciste. Todo este asunto debe haber sido una carga insoportable para vos. ¿ Qué te parece si nos damos la mano como prue­ba de mi buena disposició n?

 

(James le tiende su mano. Bill se frota la mano pero no ofrece la suya. )

 

HARRY: Dale, Billy, ya estamos hartos de esta estupidez, ¿ vos no?

 

(Pausa. )

 

BILL: Te voy a... contar... la verdad.

HARRY: ¡ Oh, por Dios, no seas ridí culo! Bueno, Sr. Horne, vaya a encontrarse con su mujer, viejo, dé jeme este... picaro a mí.

(James no se mueve. Mira a Bill. )

Dale, Jimmy, pienso que ya tuvimos bastante de esta estupidez, ¿ no crees?

(James lo mira fijamente. )

(Harry se queda quieto. )

 

BILL: Nunca la toqué... nos quedamos sentados... en el saló n del hotel, en un sofá... durante dos horas... hablamos... hablamos sobre eso... no nos... movimos del saló n... nunca fuimos a su habitació n... solo con­versamos... sobre lo que harí amos... si fué semos a su habitació n... durante dos horas... nunca nos tocamos... só lo hablamos de eso...

 

(Largo silencio. )

(James sale de la casa. )

(Harry se sienta. Bill permanece sentado chupando su mano. )

(Silencio. )

(En la casa, la iluminació n baja a media luz. )

(En el departamento, la luz aumenta a pleno. )

(Stella está acostada con el gatito. )

(Se cierra la puerta del departamento. James entra. Se queda parado mirá ndola. )

 

JAMES: ¿ No hiciste nada, no es cierto?

(Pausa. )

No estuvo en tu habitació n. Só lo hablaron de eso, en el saló n del hotel.

(Pausa. )

Esa es la verdad, ¿ no es cierto?

(Pausa. )

Só lo estuvieron sentados, hablando de lo que harí an si fuesen a tu habitació n. ¿ Eso es lo que hicieron?

(Pausa. )

¿ No es cierto?

(Pausa. )

Esa es la verdad... ¿ no es cierto?

(Stella lo mira, sin confirmar ni negar. Su cara es cordial, simpá tica. )

(En el departamento, la iluminació n baja a medí a luz. )

(Los cuatro personajes está n inmó viles a media luz. )

(Apagó n)

 

FIN



  

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