Хелпикс

Главная

Контакты

Случайная статья





(Blancas: Alfil x f6)



Fue al detenerse el taxi en un semá foro cuando Cinta rompió el silencio.

– Eloy es alucinante.

– ¿ Por qué? ‑ preguntó Santi.

– ¿ Tú qué crees? ‑ lo dijo como si pareciera evidente‑. Sale del hospital esta mañ ana hecho una furia, con Luciana medio muerta, y se mete a buscar al tí o que anoche… ‑ miró al taxista y no siguió hablando.

– Pero tiene razó n ‑ intervino Má ximo‑. Si conseguimos una pastilla de esas…

– Los mé dicos está n bastante despistados, ¿ no? ‑ manifestó Santi.

– A mí me da un poco de miedo, por no decir mucho ‑ plegó los labios Cinta.

– ¿ Miedo?

– Yo estoy en coma, y tú te encuentras cara a cara con el tí o que me ha dado eso. ¿ Qué haces, le dices que necesitas otra pastilla para ver si así me salvas o le das de hostias?

Santi parpadeó.

– Oye, ¿ no irá s a pensar que Eloy…? ‑ dudó Má ximo.

– Só lo digo lo que hay ‑ repuso Cinta.

– Pero lo importante es conseguir esa pastilla ‑ convino Santi.

– Ya, nos acercamos y le pedimos una. ¿ Crees que el tí o va a estar tan normalito?

– De entrada, el tí o no sabe que tú está s en coma ‑ dijo Santi‑, así que normalito sí va a estar.

– Otra cosa es que tras conseguir la pastilla, si es que Eloy tiene la suficiente sangre frí a como para esperar, despué s… ‑ aventuró Má ximo.

– ¡ Eh!, no somos hé roes de có mic ‑ dijo Cinta.

– ¿ Has visto có mo se ha puesto Eloy esta mañ ana con nosotros? ‑ puso el dedo en la llaga Má ximo‑. ¿ Te imaginas con ese camello?

Cinta volvió a mirar al taxista. Parecí a muy ocupado controlando el trá fico de ú ltima hora de la tarde.

– Esas personas son peligrosas ‑ advirtió Santi.

– ¿ É se? No era má s que un mierda ‑ dijo Má ximo con desprecio.

– ¿ Y si lleva un arma?

– Oye ‑ Má ximo miró a Cinta‑, ¿ qué te crees, que esto es Nueva York o qué?

– Bueno, sea como sea nosotros somos cuatro ‑ terció Santi.

– Me sigue dando miedo Eloy. Está loco por Luciana.

Ese pensamiento los mantuvo en silencio en los instantes siguientes. El taxi se paró en un nuevo semá foro. El taxista les lanzó una mirada distraí da por el retrovisor interior. La detuvo sobre ella, bastante rato, casi todo el que duró la espera ante el semá foro. Cinta se la acabó devolviendo, y el hombre retiró sus ojos.

– ¡ Vamos ya, que está en verde! ‑ protestó levantando una mano en direcció n al vehí culo que le precedí a.

 

 

 



  

© helpiks.su При использовании или копировании материалов прямая ссылка на сайт обязательна.