Хелпикс

Главная

Контакты

Случайная статья





(Negras: Reina x d8)



– ¿ Y si ya estuviese muerta?

– Vamos, Loreto ‑ dijo su padre‑. Un coma es algo que puede durar dí as, o meses, pero de ahí a que en unas horas se produzca un desenlace fatal…

– Sea como sea he de ir, entendedlo.

El hombre y la mujer se miraron entre sí, pero no llegaron a proferir palabra alguna.

– No me pasará nada ‑ insistió ella.

– Puede ser un esfuerzo considerable ‑ se arriesgó su madre.

– Cogeré un taxi. No me cansaré, de verdad.

– Hablaremos luego, ¿ de acuerdo? Llamas por telé fono y si sigue igual… ‑ concedió su padre‑. Ahora lo que debes hacer es comer de manera tranquila y no pensar en nada.

Su esposa le miró directamente, aunque ya era demasiado tarde. Los psiquiatras les habí an insistido en que no la forzaran, que no hablaran de obligaciones ni nada parecido, aunque tampoco se mostraran permisivos o falsamente indiferentes. Sin embargo, la naturalidad era difí cil de guardar cuanto lo que veí an ante sí no era má s que el pá lido reflejo de lo que un dí a habí a sido su hija.

Loreto miró la sopera, la fuente de carne, el pan, la ensalada. La necesidad de comer se le disparó en la mente. La avidez de su estó mago le acentuó su habitual dolor de cabeza.

– ¿ Das tú las gracias hoy? ‑ le preguntó la mujer a su marido cambiando rá pidamente de conversació n.

– ¿ Hija? ‑ trasladó é l el ofrecimiento a Loreto.

Ella vaciló só lo un instante.

Despué s, los tres bajaron la cabeza y unieron sus manos.

– Te damos las gracias, Señ or, por los alimentos que recibimos de tu bondad, y te pedimos por todos tus hijos, en especial aquellos que sufren ‑ hizo una pausa muy breve, antes de continuar diciendo‑: Y te pido que ayudes a Luciana, Dios mí o. Ayú dala a luchar, y a ser firme en esta hora oscura, porque sin Ti estará perdida. Ayú dala a encontrar el camino de regreso de las sombras. Te lo pedimos, Señ or.

Sobrevino un largo segundo de silencio, mientras la emoció n se apoderaba de ellos.

Pero incluso esa emoció n quedó en un segundo plano cuando Loreto levantó la cabeza, suspiró, apretó las mandí bulas y, con determinació n, se sirvió tres cazos de sopa. Luego introdujo la cuchara en el plato para empezar a tomarla con la mayor naturalidad.

Sus padres intentaron mantener la normalidad.

Despué s de todo la clave era siempre el despué s. Lo que hiciera ella con lo que hubiese ingerido.

– Está buena ‑ dijo Loreto.

 

 

 



  

© helpiks.su При использовании или копировании материалов прямая ссылка на сайт обязательна.