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AgradecimientosAgradecimientos
A mi esposa, Lourdes, y mis hijos, Javier y Paula. Vosotros habé is sido mi principal sosté n durante todo este tiempo. A mi amigo, escritor y maestro el premio nacional de Teatro, Germá n Ubillos. Su dedicació n, sus palabras de á nimo en esta larga travesí a y sobre todo su cariñ o, me han ayudado decididamente a encauzar mi primera novela. A José Alfonso Hernando, Eduardo Vicario y Nunci Hernando, por aquella tarde tan maravillosa que paseamos por Valdeande. Sin vuestro conocimiento no hubiera sido lo mismo. A los monjes del Monasterio de Silos, y en especial al hermano bibliotecario, cuya sensibilidad detectó pronto lo que yo andaba buscando, incluso antes que yo mismo. Sin é l, el capí tulo de Mendizá bal no existirí a. Al imá n de la Mezquita de Sidi Embarek en Ceuta, Ahmed Liazid, por aquella fantá stica tarde de verano de conversació n pausada sobre el Islam e Ibn Sina. A mi editor, Carmelo Segura, con el que he disfrutado de largas y placenteras conversaciones sobre el mundo editorial, siempre tan difí cil y complicado. Gracias por tu pasió n por los libros. Y a mis amigos, compañ eros y familia por aguantar estoicamente mis monó logos sobre El Manuscrito de Avicena. Gracias por vuestras palabras de aliento y por vuestra curiosidad.
En memoria de las ví ctimas de la violencia de cualquier tipo: terrorista, de gé nero, hambre...
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