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Lo que el viento se llevу 12 страница



Ahora odiaba Doce Robles, que una vez habнa amado. Lo odiaba, pero se sentнa atraнda allн para poder oнr a John Wilkes y a las muchachas hablar de Ashley y oнrlos leer sus cartas de Virginia. Le hacнan daсo, pero querнa oнrlas. Le eran antipбticas India, tan rнgida, y Honey, tan boba y criticona, y sabнa que ella les era igualmente antipбtica. Pero no podнa permanecer lejos. Cada vez que volvнa a casa desde Doce Robles se acostaba malhumorada y rehusaba levantarse para bajar a cenar.

Este desprecio a la comida era lo que mayormente preocupaba a Ellen y a Mamita. Mamita le llevaba platos de alimentos tentadores, insinuando que ahora que estaba viuda podнa comer cuanto quisiera; pero Scarlett no tenнa apetito.

Cuando el doctor Fontaine dijo gravemente a Ellen que el dolor puede minar un temperamento exuberante y conducirlo a la tumba, la seсora O'Hara palideciу, porque йste era el temor que ella escondнa en lo profundo del corazуn.

—їY no se puede hacer nada, doctor?

—Un cambio de aires serнa lo mejor para ella —respondiу el doctor, ansioso de librarse de una enferma tan fastidiosa.

Asн Scarlett partiу, sin estusiasmo y con un niсo, primero a visitar a sus parientes O'Hara y Robillard en Savannah y despuйs a casa de la hermana de Ellen en Charleston. En Savannah fueron amables con ella, pero James y Andrew y sus mujeres, que eran viejos, preferнan sentarse tranquilamente a hablar de un pasado que no tenнa ningъn interйs para Scarlett. Igual sucediу con los Robillard.

Tнa Pauline y su marido, un viejecito lleno de una cortesнa formal y voluble y con el aire ausente de una persona que viviese en otro siglo, habitaban en una plantaciуn junto al rнo, mucho mбs aislada que Tara. Sus vecinos mбs prуximos vivнan a una distancia de treinta kilуmetros, que era necesario recorrer a travйs de sombrнos caminos entre pantanos llenos de cipreses y encinas. Las encinas, con sus vestiduras de musgo gris, daban siempre escalofrнos a Scarlett y le recordaban las historias de Gerald de espнritus irlandeses errantes entre la niebla color de ceniza. No habнa nada que hacer en todo el dнa mбs que punto; por la noche se escuchaba al tнo Carey, que leнa en alta voz las instructivas novelas de Bulwer-Lytton.

Eulalie, oculta en un jardнn de altas paredes, en su caserуn de la calle Battery de Charleston, no era mбs divertida. Scarlett, acostumbrada al amplio paisaje de colinas rojas, tuvo la impresiуn de estar en la cбrcel. Habнa mбs vida social que cerca de tнa Pauline, pero Scarlett no experimentaba ninguna simpatнa por los visitantes, con sus tradiciones, su presunciуn y la importancia que daban al linaje. Sabнa que todos la consideraban el producto de una mйsalliance y que aъn estaban estupefactos de que una Robillard se hubiese casado con un vulgar irlandйs. Scarlett oнa que tнa Eulalie la defendнa a espaldas suyas, cosa que la irritaba, porque, como a su padre, a ella le tenнa sin cuidado la estirpe de la familia. Estaba orgullosa de lo que Gerald habнa conseguido sin otra ayuda que su sagaz cerebro irlandйs.

ЎAdemбs, aquellos charlestonianos se vanagloriaban tanto de lo de Fort Sumter! Seсor, їno comprendнan que si no hubiesen sido ellos los primeros en cometer la tonterнa de disparar el primer tiro que habнa conducido a la guerra habrнan sido otros tan locos como ellos los que lo hubieran hecho? Acostumbrada a las voces agudas de la Georgia de la altiplanicie, las voces graves y melosas de la llanura le parecнan una afectaciуn. En algunos momentos le daban ganas de gritar. Durante una visita de ceremonia llegу a tal punto su desesperaciуn que recurriу al lйxico de Gerald, con gran escбndalo de su tнa. Entonces decidiу volver a Tara. Era mejor vivir atormentada por el recuerdo de Ashley que por el acento de Charleston.

Ellen, ocupada dнa y noche en duplicar el producto de la plantaciуn para ayudar a la Confederaciуn, se aterrorizу cuando vio volver a su hija mayor, delgada, pбlida e irritable. Tambiйn ella sabнa lo que era tener el corazуn partido; ahora, acostada junto a Gerald, que roncaba, pasaba la noche pensando en lo que debнa hacer para aliviar el dolor de Scarlett. La tнa de Charles, Pittypat Hamilton, habнa escrito varias veces pidiйndole que dejase a Scarlett acercarse a Atlanta para pasar allб una larga temporada; ahora por primera vez Ellen considerу con seriedad la propuesta.

«Estoy sola con Melanie en esta enorme casa —escribнa Pittypat—, sin protecciуn varonil, ahora que mi querido Charles ha muerto. Es verdad que tengo a mi hermano Henry, pero la delicadeza me impide escribir mucho acerca de йl. Melanie y yo nos sentiremos mбs tranquilas y seguras con Scarlett en casa. Tres mujeres solas estбn mejor que dos. Quizбs Scarlett encuentre un poco de alivio a su dolor curando (como dice Melanie) a nuestros pobres soldados en los hospitales de nuestra ciudad... Y, ademбs, Melanie y yo tenemos tantas ganas de ver al pequeсo... »

Asн, el baъl de Scarlett fue cerrado de nuevo conteniendo sus trajes de luto, y ella partiу para Atlanta con Wade Hampton, su niсera Prissy, gran cantidad de advertencias sobre el comportamiento a observar de parte de Ellen y Mamita y cien dуlares en billetes de la Confederaciуn, que le dio Gerald. No deseaba particularmente ir a Atlanta. Tenнa a tнa Pittypat por la vieja mбs fastidiosa que conocнa, y la idea de vivir bajo el mismo techo que la mujer de Ashley le repugnaba. Pero el condado, con todos sus recuerdos, le hacнa la vida imposible y cualquier cambio era bien recibido.


 



  

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