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Segunda parte 11 страница



-—Eso es muy injusto. La junta ha aprobado cada una de las medidas que he tomado.

—La junta ha aprobado tus medidas porque le garantizas un reparto de dividendos cada aсo. Eso tiene que acabar ya. Ahora mismo.

—їHablas en serio cuando propones que la junta elimine todos los dividendos de las acciones y todas las bonificaciones? їY crees que los accionistas van a aceptarlo?

—Lo que propongo es que este aсo se adopte un sistema de cero beneficios. Supondrнa un ahorro de casi veintiъn millones y la posibilidad de reforzar la plantilla y la economнa del SMP. Tambiйn propongo una reducciуn del salario de los jefes. Yo cobro al mes ochenta y ocho mil coronas, algo que es un autйntico disparate para un periуdico que ni siquiera se pueda permitir cubrir las vacantes de la redacciуn de deportes.

—O sea, їque quieres bajarte el sueldo? їEstбs abogando por una especie de comunismo salarial?

—No digas chorradas. Incluyendo tus bonificaciones anuales, tu sueldo es de ciento doce mil coronas al mes. Es demencial. Si el periуdico tuviera estabilidad y reportara unos tremendos beneficios no me importarнa que entregaras los dividendos que quisieras. Pero este aсo no es precisamente el mejor momento para que te aumentes la bonificaciуn. Mi sugerencia es que se reduzcan a la mitad todos los salarios de la direcciуn.

—Creo que no entiendes que si nuestros accionistas son accionistas, es porque quieren ganar dinero. Se llama capitalismo. Si tu idea es que pierdan dinero, ya no querrбn ser accionistas.

—Mi idea no es que pierdan dinero, aunque tambiйn se podrнa llegar a esa situaciуn. La propiedad conlleva una responsabilidad. Como bien seсalas, estamos hablando de capitalismo. Los propietarios del SMP quieren obtener beneficios. Pero son las leyes del mercado las que dictan si habrб beneficios o pйrdidas. Con tu razonamiento lo que consigues es que las reglas del capitalismo se apliquen de modo selectivo a los empleados del SMP, pero no a los accionistas ni a ti mismo.

Sellberg suspirу y, elevando la vista, puso los ojos en blanco. Desamparado, buscу a Borgsjу con la mirada. Este estudiaba pensativamente el programa con los nueve puntos de Erika Berger.

Monica Figuerola esperу durante cuarenta y nueve minutos a que Gуran Mбrtensson y esa persona desconocida que lo acompaсaba salieran del portal de Bellmansgatan i. Cuando echaron a andar cuesta arriba, en direcciуn a ella, Monica levantу su Nikon con teleobjetivo de 300 milнmetros e hizo dos fotos. Dejу la cбmara en la guantera y, al ponerse a mirar el mapa de nuevo, alzу casualmente la vista. Abriу los ojos de par en par. En lo alto de Bellmansgatan, justo al lado de la puerta de Mariahissen, habнa una mujer morena grabando a Mбrtensson y a su cуmplice con una cбmara digital. їQuйcono es esto... ? їSe estб celebrando algъn congreso de espнas en Bellmansgatan?

Mбrtensson y el hombre desconocido se separaron en lo alto de la cuesta sin intercambiar ni una sola palabra. Mбrtensson se dirigiу hacia Tavastgatan para coger su coche. Arrancу, se incorporу al trбfico y desapareciу del campo de visiуn de Monica Figuerola.

Monika mirу por el retrovisor y se encontrу con la espalda del hombre del mono azul. Levantу la mirada y vio que la mujer de la cбmara habнa dejado de filmar y que venнa hacia ella pasando por delante de Launnska huset.

їCara o cruz? Ya sabнa quiйn era Gуran Mбrtensson y a quй se dedicaba. Tanto el hombre del mono azul como la mujer de la cбmara eran caras desconocidas. Pero si salнa del coche corrнa el riesgo de ser descubierta por la mujer.

Se quedу quieta. Por el retrovisor vio al hombre del mono azul girar a la izquierda y adentrarse en Brбnnkyrkagatan. Esperу a que la mujer de la cбmara llegara al cruce, pero йsta, en vez de seguir al hombre del mono, girу 180 grados y empezу a caminar cuesta abajo en direcciуn a Bellmansgatan i. Mуnica Figuerola le echу unos treinta y cinco aсos. Tenнa el pelo moreno y corto y vestнa vaqueros oscuros y cazadora negra. En cuanto bajу la cuesta un poco, Monica Figuerola abriу de golpe la puerta del coche y saliу corriendo hacia Brбnnkyrkagatan. No pudo ver al hombre del mono. Un segundo despuйs, una furgoneta Toyota, que estaba aparcada junto a la acera, arrancу y se incorporу al trбfico. Monica Figuerola vio a un hombre de medio perfil y memorizу la matrнcula. De todos modos, aunque perdiera la matrнcula no serнa difнcil rastrearlo. En los laterales del vehнculo se podнa leer «Cerrajerнa Lars Faulsson» y habнa un nъmero de telйfono.

No hizo ningъn intento de volver a su coche para seguir a la Toyota. En su lugar, volviу andando a paso lento. Llegу a lo alto de la cuesta justo a tiempo para ver a la mujer de la cбmara entrando en el portal del edificio donde se hallaba el apartamento de Mikael Blomkvist.

Se sentу en el coche y apuntу tanto la matrнcula como el nъmero de telйfono de la cerrajerнa de Lars Faulsson. Luego se rascу la cabeza: quй trбfico mбs misterioso habнa en torno al domicilio de Mikael Blomkvist. Acto seguido, levantу la mirada hacia el tejado del inmueble de Bellmansgatan i. Sabнa que Mikael Blomkvist vivнa en un бtico, pero segъn los planos de la oficina municipal de urbanismo estaba ubicado en la parte trasera del inmueble y tenнa unas ventanas abuhardilladas que daban a la bahнa de Riddarfjбrden y a Gamla Stan. Una vivienda exclusiva en un barrio histуrico. Se preguntу si Blomkvist serнa uno de esos arrogantes nuevos ricos.

Tras nueve minutos de espera, la mujer de la cбmara saliу del portal. En lugar de subir la cuesta hasta Tavastgatan, siguiу bajando y girу a la derecha doblando la esquina del Pryssgrбnd. «Mmm.» Como tuviera un coche aparcado en Pryssgrбnd, Monica Figuerola ya estaba perdida. Pero si se fuera andando, sуlo podrнa salir de aquel fregado de un ъnico modo: subiendo a Brбnnkyrkagatan por Pustegrбnd, cerca de Slussen.

Monica Figuerola saliу del vehнculo y girу a la izquierda entrando por Brбnnkyrkagatan con direcciуn a Slussen. Casi habнa llegado a Pustegrбnd cuando la mujer de la cбmara apareciу ante ella. Bingo. La siguiу. Pasу el Hilton y fue a salir a Sуdermalmstorg, frente al museo de la ciudad, en Slussen. La mujer caminaba apresurada y decididamente sin mirar a su alrededor. Monica Figuerola le dio unos treinta metros. Desapareciу por la entrada del metro de Slussen y Monica Figuerola aligerу el paso, pero se detuvo al ver que la mujer se dirigнa al quiosco de Pressbyrеn en vez de pasar por los torniquetes.

Monica Figuerola contemplу a la mujer mientras йsta esperaba su turno. Medнa poco mбs de un metro y setenta centнmetros y parecнa estar en relativa buena forma. Llevaba zapatillas de hacer footing. Cuando la vio plantada allн de pie, frente a la ventanilla del quiosco, a Monica Figuerola se le ocurriу de repente que se trataba de una policнa. La mujer comprу una cajita de snus Catch Dry, volviу a salir a Sуdermalmstorg y girу a la derecha por Katarinavбgen.

Monica Figuerola la siguiу. Estaba bastante segura de que la mujer no habнa reparado en su presencia. A la altura de McDonald's, йsta desapareciу de su campo de visiуn al doblar la esquina y Monica fue tras ella a toda prisa, aunque manteniendo una distancia de unos cuarenta metros.

Al volver la esquina, la mujer se habнa esfumado sin dejar rastro. Monica Figuerola se detuvo asombrada. Mierda. Paseу despacio examinando los portales. Luego sus ojos se fijaron en un letrero: Milton Security.

Monica Figuerola asintiу para sн misma y regresу caminando a Bellmansgatan.

Cogiу el coche, subiу hasta Gуtgatan, donde se encontraba la redacciуn de Millennium, y se pasу la siguiente media hora dando vueltas por las calles aledaсas a la redacciуn. Fue incapaz de encontrar el coche de Mбrtensson. A la hora de comer, volviу a la jefatura de Kungsholmen y estuvo una hora haciendo pesas en el gimnasio.

—Tenemos un problema —dijo Henry Cortez.

Malin Eriksson y Mikael Blomkvist levantaron la vista del manuscrito del libro sobre el caso Zalachenko. Era la una y media de la tarde.

—Siйntate —dijo Malin.

—Se trata de Vitavara AB, la empresa que fabrica inodoros en Vietnam para venderlos luego a mil setecientas coronas la unidad.

—Vale. їY en quй consiste el problema? —preguntу Mikael.

—Vitavara AB es una filial de SveaBygg AB.

—Ya. Es una empresa bastante grande.

—Sн. El presidente de la junta directiva se llama Magnus Borgsjу y es un profesional de las juntas directivas. Entre otras, preside la del Svenska Morgуn-Posten, de la cual posee mбs del diez por ciento.

Mikael le echу una incisiva mirada a Henry Cortez. —їEstбs seguro?

—Sн. El jefe de Erika Berger es un puto delincuente que utiliza mano de obra infantil en Vietnam. —ЎUfff! —soltу Malin Eriksson.

El secretario de redacciуn, Peter Fredriksson, parecнa sentirse incуmodo cuando, con toda prudencia, llamу a la puerta de Erika Berger sobre las dos de la tarde. —Sн.

—Bueno, verбs, me da un poco de vergьenza. Pero hay alguien de la redacciуn que ha recibido un correo tuyo.

—їMнo?

—Sн. Me temo que sн. —їY de quй trata?

Le dio unos folios que contenнan unos cuantos correos dirigidos a una tal Eva Carlsson, una suplente de veintisйis aсos de la secciуn de cultura. En la casilla del remitente se podнa leer erika.berger@smpost.se.

Eva, amor mнo: Quiero acariciarte y besarte los pechos. Ardo en deseos y no me puedo controlar. Te pido que correspondas a mis sentimientos. їPodrнamos vernos? Erika.

Eva Carlsson no habнa contestado a esta primera propuesta, lo cual provocу otros dos correos durante los siguientes dнas:

Eva, mi amor: Te pido que no me rechaces. Estoy loca de deseo. Te quiero desnuda. Tengo que poseerte. Harй que lo pases muy bien. Nunca te arrepentirбs. Voy a besar cada centнmetro de tu desnuda piel, tus hermosos pechos y tu deliciosa cueva. Erika.

Eva: їPor quй no contestas? No tengas miedo. No me rechaces. Tъ ya no eres virgen; ya sabes de quй va esto. Quiero acostarme contigo, te recompensarй de sobra. Si tъ eres buena conmigo, yo lo serй contigo. Has pedido que se te prolongue la suplencia. En mi mano estб prolongarla e incluso convertirla en un puesto fijo. Te espero esta noche a las 21.00 en el aparcamiento, junto a mi coche. Tu Erika.

—Vale —dijo Erika Berger—. Y ahora ella se estб preguntando si soy yo la que le estб enviando esas cochinas proposiciones.

—No exactamente... Quiero decir... Bah...

—Peter, habla claro.

-—Puede que lo medio pensara en un primer momento, cuando recibiу el primer correo, o, por lo menos, que se sorprendiera bastante. Pero luego se dio cuenta de que era absurdo y de que йse no era precisamente tu estilo. Y...

—їY quй?

—Bueno, pues que le da corte y no sabe quй hacer. Hay que mencionar tambiйn que te admira mucho y que le gustas mucho... como jefa, quiero decir. Asн que ha venido a verme y me ha pedido consejo.

—-Entiendo. їY tъ quй le has dicho?

—Le he dicho que esto es obra de alguien que ha falsificado tu direcciуn de correo y que la estб acosando. O que os estб acosando a las dos. Y me he ofrecido a hablar contigo sobre el asunto.

—Gracias. їPuedes hacerme el favor de decirle que venga a verme dentro de diez minutos?

Erika empleу ese tiempo en escribir un correo cien por cien suyo:

Debido a los hechos acontecidos debo informar de que una colaboradora del SMP ha recibido una serie de correos electrуnicos que dan la impresiуn de haber sido enviados por mн y que contienen groseras insinuaciones sexuales. Yo misma he recibido unos cuantos correos de contenido vulgar de una presunta «redacciуn central» del SMP. Como ya sabйis, no existe tal direcciуn en el periуdico.

He consultado con el jefe tйcnico y me ha dicho que es muy fбcil falsificar una direcciуn de correo electrуnico. No sй muy bien cуmo se hace pero, al parecer, hay pбginas web en Internet donde se pueden conseguir cosas asн. Por desgracia, debo llegar a la conclusiуn de que hay alguna persona enferma que se estб dedicando a esto.

Quiero saber si hay mбs colaboradores que hayan recibido correos electrуnicos raros. En tal caso, quiero que se pongan inmediatamente en contacto con el secretario de redacciуn, Peter Fredriksson. Si esta ignominia continъa, tendremos que considerar la posibilidad de denunciarlo a la policнa.

Erika Berger, redactora jefe.

Lo imprimiу y luego le dio a «enviar» para que les llegara a todos los empleados del SMP. En el mismo instante, Eva Carlsson llamу a la puerta.

—Hola. Siйntate —le pidiу Erika—. Me han dicho que has recibido correos mнos.

—Bah, no creo que sean tuyos.

—Pues hace treinta segundos sн has recibido uno mнo. Lo he redactado yo misma y se lo he enviado a todos los empleados.

Le dio a Eva Carlsson la hoja impresa.

—De acuerdo. Muy bien —dijo Eva Carlsson.

—Lamento que alguien te haya elegido como blanco para esta desagradable campaсa.

—No tienes que pedir perdуn por algo que es obra de algъn chalado.

—Sуlo querнa asegurarme de que no te quedaba ninguna sospecha en cuanto a mi relaciуn con esos correos.

—Nunca he pensado que los hayas mandado tъ. —Vale, gracias —respondiу Erika sonriendo.

Monica Figuerola dedicу la tarde a recabar informaciуn. Empezу solicitando al registro de pasaportes una foto de Lars Faulsson para verificar que se trataba de la persona a la que habнa visto en compaснa de Gуran Mбrtensson. Luego efectuу una bъsqueda en el registro criminal y obtuvo un rбpido resultado.

Lars Faulsson, de cuarenta y siete aсos de edad y conocido con el apodo de Falъn, iniciу su carrera con el robo de un coche cuando contaba diecisiete. En los aсos setenta y ochenta fue detenido en dos ocasiones y procesado por robo, hurto grave y receptaciуn. La primera vez lo condenaron a una pena de cбrcel no muy dura y la segunda a tres aсos de reclusiуn. Por aquel entonces era considerado como up and coming en los cнrculos delictivos. Lo interrogaron como sospechoso de al menos otros tres robos, uno de los cuales fue un golpe relativamente complicado que recibiу mucha atenciуn mediбtica y en el que abrieron la caja fuerte de unos grandes almacenes de Vбsterбs. A partir de 1984, una vez cumplida la condena se mantuvo a raya, o como mнnimo no participу en ningъn golpe que acabara en arresto o condena. Se reeducу como cerrajero (Ўmenuda casualidad!) y en 1987 fundу su propia empresa: Cerrajerнa Lars Faulsson, con domicilio fiscal en Norrtull.

Identificar a la desconocida mujer que habнa filmado a Mбrtensson y Faulsson resultу ser mбs sencillo de lo que Monica se habнa imaginado. Simplemente, llamу a Milton Security y explicу que buscaba a una empleada que conociу hacнa ya tiempo y de cuyo nombre se habнa olvidado. Sin embargo, podнa dar una buena descripciуn de ella. La recepciуn le informу de que parecнa tratarse de Susanne Linder y le pasу la llamada. Cuando Susanne Linder se puso al telйfono, Monica Figuerola pidiу perdуn y dijo que se habнa confundido de nъmero.

Entrу en los registros del padrуn y constatу que en la regiуn de Estocolmo habнa dieciocho Susanne Linder. Tres de ellas rondaban los treinta y cinco aсos. Una vivнa en Norrtбlje, otra en Estocolmo y la ъltima en Nacka. Solicitу sus fotos de pasaporte y enseguida pudo identificar a la mujer a la que habнa seguido desde Bellmansgatan como la Susanne Linder que residнa en Nacka.

Redactу un informe en el que resumiу el trabajo del dнa y fue a ver a Torsten Edklinth a su despacho.

A eso de las cinco, Mikael Blomkvist cerrу la carpeta del material de investigaciуn de Henry Cortez y la apartу con desprecio. Christer Malm dejу el texto impreso de Henry Cortez que habнa leнdo ya cuatro veces. Henry Cortez estaba sentado en el sofб del despacho de Malin Eriksson con cara de culpable.

—їUn cafй? —preguntу Malin, levantбndose. Volviу con una cafetera y cuatro tazas.

Mikael suspirу.

—Es un reportaje cojonudo —dijo—. Una investigaciуn de primera. Todo documentado. Una dramaturgia perfecta con un badguy que estafa a los suecos valiйndose del sistema, algo que es cien por cien legal, pero que es tan jodidamente avaro y estъpido que se aprovecha de una empresa de Vietnam que utiliza mano de obra infantil.

—Ademбs, estб muy bien escrito —dijo Christer Malm—. En cuanto esto se publique, Borgsjу se convertirб en persona non grata para toda la industria sueca. La televisiуn va a morder el anzuelo. Acabarб junto a los directores de Skandia y otros timadores. Un autйntico scoop de Millennium. Buen trabajo, Henry.

Mikael asintiу.

—Pero lo ele Erika nos ha aguado la fiesta —dijo. Christer Malm asintiу.

—Pero їpor quй es eso un problema? —preguntу Malin—. No es ella la que ha cometido el delito. Se supone que podemos investigar al presidente de cualquier junta directiva, aunque dй la casualidad de que se trate del jefe de Erika.

—Es un problema gordo —dijo Mikael.

—Erika Berger no ha dejado de trabajar aquн —comentу Christer Malm—. Es propietaria de un treinta por ciento de Millennium y estб en nuestra junta. Es incluso presidenta de la junta hasta que podamos elegir a Harriet Vanger en la prуxima reuniуn, que no se celebrarб hasta agosto. Y Erika trabaja para el SMP, de cuya junta directiva tambiйn forma parte y a cuyo presidente vamos a denunciar nosotros.

Silencio sepulcral.

—Entonces, їquй diablos hacemos? —preguntу Henry Cortez—. їCancelamos el reportaje?

Mikael mirу a Henry Cortez a los ojos.

—No, Henry. No vamos a cancelar ningъn reportaje. En Millennium no trabajamos asн. Pero eso va a exigir un poco de esfuerzo por nuestra parte. No podemos echбrselo a Erika asн como asн, publicбndolo sin hablar antes con ella.

Christer Malm asintiу y levantу un dedo al aire.

—Vamos a poner a Erika en un aprieto que no veas. Ahora tendrб que elegir entre vender su parte y dimitir de inmediato de la junta de Millennium o, en el peor de los casos, ser despedida del SMP. Pase lo que pase acabarб viйndose envuelta en un terrible conflicto de intereses. Sinceramente, Henry: estoy con Mikael en que hay que publicar la historia, pero quizб tengamos que aplazarlo un mes.

Mikael asintiу.

—Porque nosotros tambiйn estamos en un conflicto de lealtades —dijo.

—їLa llamo? —preguntу Christer Malm. —No —dijo Mikael—. Ya la llamarй yo para quedar con ella. Esta misma noche, si puede ser.

Torsten Edklinth escuchaba con atenciуn a Monica Figuerola mientras йsta le resumнa toda la movida que se habнa montado en torno a la vivienda de Mikael Blomkvist en Bellmansgatan I. Sintiу que el suelo se movнa levemente bajo sus pies.

—O sea, que un empleado de la DGP/Seg entrу en el portal de la casa de Mikael Blomkvist acompaсado de un reventador de cajas fuertes convertido en cerrajero.

—Correcto.

—їY quй crees que harнan allн?

—No lo sй. Pero estuvieron cuarenta y nueve minutos. Una posibilidad serнa, por supuesto, que Faulsson abriera la puerta y que Mбrtensson pasara ese tiempo en el apartamento de Blomkvist.

—Pero їpara quй?

—Bueno, no creo que fueran a instalar equipos de escucha porque en eso sуlo se tarda un minuto. Asн que supongo que Mбrtensson ha estado hurgando entre los papeles de Blomkvist o en lo que haya de interйs en esa casa.

—Pero Blomkvist estб prevenido... ya robaron el informe de Bjцrck de su casa.

—Eso es. Sabe que lo estбn vigilando y йl vigila a los que lo vigilan a йl. Mantiene la cabeza frнa.

—їPor quй?

—Tendrб un plan. Estarб recopilando informaciуn para denunciar a Mбrtensson. Es lo ъnico lуgico.

—Y luego va y aparece esa mujer: Linder.

—Susanne Linder, de treinta y cuatro aсos de edad, residente en Nacka. Ex policнa.

—їPolicнa?

—Se graduу en la Academia de policнa y trabajу durante seis aсos en una patrulla del distrito de Sуdermalm. Y, de repente, dejу el cuerpo. No hay nada entre sus papeles que explique por quй. Estuvo unos meses en el paro hasta que fue contratada por Milton Security.

—Dragan Armanskij —dijo Edklinth, pensativo—. їCuбnto tiempo permaneciу en el edificio?

—Nueve minutos.

—їY quй hizo?

—Yo dirнa que, como estuvo grabando a Mбrtensson y Faulsson en la calle, estaba documentando sus actividades. Eso quiere decir que Milton Security trabaja con Blomkvist y que han colocado cбmaras de vigilancia en la casa o en la escalera. Es probable que ella entrara para hacerse con el contenido de las cбmaras.

Edklinth suspirу. El asunto Zalachenko empezaba a resultar extremadamente complicado.

—De acuerdo. Gracias. Puedes irte a casa. Tengo que reflexionar sobre todo esto.

Monica Figuerola se fue al gimnasio de Sankt Eriksplan y se entregу al ejercicio.

Mikael Blomkvist usу su otro telйfono, el Tнo azul de Ericsson, para marcar el nъmero de Erika Berger del SMP. La cogiу en medio de una discusiуn que estaba teniendo con los editores de textos acerca del enfoque que habнa que darle a un artнculo sobre terrorismo internacional.

—Hombre, Mikael, hola... Espera un momento. Erika tapу el auricular con la mano y mirу a su alrededor.

—Creo que hemos terminado —dijo antes de dar unas ъltimas instrucciones sobre cуmo lo querнa. Cuando se quedу sola en su jaula de cristal se llevу nuevamente el telйfono a la oreja.

—Hola, Mikael. Perdуname por no haberte llamado. Es que estoy hasta arriba de trabajo. Hay miles de cosas nuevas.

—Pues yo tampoco he estado lo que se dice ocioso —le contestу Mikael.

—їCуmo va la historia Salander?

—Bien. Pero no te llamo por eso. Necesito verte. Esta noche.

—Ojalб pudiera, pero tengo que quedarme aquн hasta las ocho. Y estoy hecha polvo. Llevo al pie del caсуn desde las seis de la maсana.

—Ricky... no me refiero a alimentar tu vida sexual. Necesito hablar contigo. Es importante.

Erika se callу un segundo.

—їDe quй se trata?

—Te lo dirй cuando nos veamos. Pero no es muy divertido.

—De acuerdo. Pasarй por tu casa sobre las ocho y media.

—-No, en mi casa no. Es una larga historia, pero, de momento, no es un buen sitio. Pбsate por Samirs gryta y nos tomamos una caсa.

—Conduzco.

—Vale. Entonces una sin alcohol.

Erika Berger estaba algo irritada cuando apareciу por la puerta de Samirs gryta a las ocho y media. Tenнa cargo de conciencia por no haber dado seсales de vida a Mikael desde que entrу en el SMP. Pero es que en su vida habнa andado tan liada como ahora.

Mikael levantу la mano desde una mesa del rincуn que estaba junto a la ventana. Ella se detuvo en seco en la misma entrada. Por un instante, Mikael le pareciу una persona completamente extraсa; fue como si lo viera con nuevos ojos: їQuiйn es йse? ЎDios mнo, quй cansada estoy!

Luego йl se levantу, le dio un beso en la mejilla y ella cayу en la cuenta, para su gran horror, de que llevaba varias semanas sin ni siquiera pensar en йl y de que lo echaba de menos con locura. Tuvo la sensaciуn de que los dнas pasados en el SMP habнan sido un sueсo y de que, de un momento a otro, iba a despertarse en el sofб de Millennium. Todo le pareciу irreal. —Hola, Mikael.

-—Hola, redactora jefe. їHas cenado?

—Son las ocho y media. No comparto tus asquerosos horarios de cena.

Pero luego notу que tenнa un hambre de mil demonios. Samir se acercу con la carta y ella pidiу una cerveza sin alcohol y un pequeсo plato de calamares con patatas al horno. Mikael pidiу un cuscъs y otra cerveza «sin».

—їCуmo estбs? —preguntу ella.

—Estamos viviendo una йpoca interesante. Bastante liado, la verdad.

—їQuй tal Salander?

—Ella forma parte de lo interesante.

—Micke, no tengo ninguna intenciуn de robarte el reportaje.

—Perdona... no es que estй esquivando tus preguntas. Ahora mismo las cosas son un poco confusas. No me importa contбrtelo todo, pero me llevarнa la noche entera. їQuй tal es ser jefa del SMP?

—Bueno, no es precisamente como Millennium.

Guardу silencio un instante.

—Cuando llego a casa me apago como una vela y me quedo frita enseguida, y en cuanto me despierto no hago mбs que ver cбlculos de presupuestos por todas partes. Te he echado de menos. їNos vamos a tu casa? No me quedan fuerzas para el sexo, pero me encantarнa acurrucarme contigo y dormir a tu lado.

—Sorry, Ricky. Ahora mismo mi apartamento no es el mejor sitio.

—їPor quй no? їHa pasado algo?

—Bueno... una banda ha pinchado los telйfonos y estбn escuchando lo que allн se dice. He instalado cбmaras ocultas de vigilancia que muestran todo lo que ocurre en cuanto salgo por la puerta. Creo que vamos a privar a la posteridad de tu culo desnudo.

—їMe estбs tomando el pelo?

El negу con la cabeza.

—No. Pero no es por eso por lo que necesitaba verte.

—їQuй ha pasado? Tienes una cara muy rara.

—Bueno... tъ has empezado a trabajar en el SMP. Y en Millennium nos hemos topado con una historia que va a hundir al presidente de tu junta directiva. Va sobre la explotaciуn laboral infantil y sobre presos polнticos en Vietnam. Creo que hemos ido a parar a un conflicto de intereses.

Erika dejу el tenedor y se quedу mirando fijamente a Mikael. Se dio cuenta enseguida de que no estaba bromeando.

—Como lo oyes —dijo—. Borgsjу es el presidente de la junta directiva y el mayor accionista de una empresa que se llama SveaBygg y que tiene una filial, llamada Vitavara AB, de la cual es la ъnica propietaria. Fabrican inodoros en una empresa en Vietnam que ha sido denunciada por la ONU por utilizar mano de obra infantil.

—їMe lo puedes repetir, por favor?

Mikael le contу con todo detalle la historia que Henry Cortez habнa descubierto. Abriу su cartera y sacу una copia de la documentaciуn. Erika leyу lentamente el artнculo de Cortez. Al final levantу la mirada, que se cruzу con la de Mikael. Sintiу una mezcla de pбnico irracional y desconfianza.

—їCуmo cono es posible que lo primero que hace Millennium cuando yo lo dejo sea investigar con lupa a la junta directiva del SMP?

—No es eso, Ricky.

Explicу cуmo se habнa ido componiendo el reportaje.

—їY cuбnto tiempo hace que lo sabes? —Desde esta misma tarde. Siento un profundo malestar ante todo esto.

—їY quй vais a hacer?

—No lo sй. Tenemos que publicarlo. No podemos hacer una excepciуn sуlo porque se trate de tu jefe. Pero no queremos hacerte daсo. —Abriу los brazos en un gesto de desesperaciуn—. Lo estamos pasando bastante mal. Sobre todo Henry.

—Estoy todavнa en la junta directiva de Millennium. Soy copropietaria... Lo van a ver como...

—Sй cуmo lo van a ver. Te cubrirбn de mierda.

Un profundo cansancio se apoderу de Erika. Apretу los dientes y reprimiу el impulso de pedirle a Mikael que silenciara el reportaje.

—ЎDios! ЎMierda! —dijo—. їY estбis seguros de que la historia se sostiene?...

Mikael asintiу.

—Me he pasado toda la tarde repasando la documentaciуn de Henry. Ya sуlo queda entrar a matar. —їY quй vais a hacer?

—їQuй habrнas hecho tъ si hubiйsemos encontrado esta historia dos meses antes?

Erika Berger observу atentamente al que, desde hacнa mбs de veinte aсos, era su amigo y amante. Luego bajу la mirada.

—Lo sabes muy bien.

—Todo esto es una maldita y desafortunada casualidad. Nada de esto va dirigido contra ti. Lo siento mucho, de verdad. Por eso he insistido tanto en verte cuanto antes. Tenemos que buscar una soluciуn.

—їTenemos? їQuiйnes? їTъ y yo?

—Eso es... Este reportaje iba a publicarse en el nъmero de junio. Lo he aplazado. Se publicarб como muy pronto en agosto, pero lo podemos aplazar algo mбs si es necesario.

—Entiendo.

Su voz adquiriу un tono amargo.

—Propongo que esta noche no tomemos ninguna decisiуn. Coge esta documentaciуn, llйvatela a casa y reflexiona sobre todo esto con tranquilidad. No hagas nada hasta que no hayamos decidido una estrategia comъn. Hay tiempo.

—їEstrategia comъn?

—O dimites de la junta de Millennium antes de que lo publiquemos o te vas del SMP. Pero no puedes estar en misa y repicando.

Ella asintiу.

—Todo el mundo me asocia tanto a Millennium que, por mucho que dimita, nadie se va a creer que no tenga nada que ver con esto.

—Hay otra alternativa. Puedes llevarte el reportaje al SMP, te enfrentas a Borgsjу y exiges su dimisiуn. Estoy convencido de que Henry Cortez no tendrб nada en contra. Pero ni si te ocurra mover un dedo antes de que nos pongamos todos de acuerdo.

—Asн que pretendes que lo primero que haga nada mбs entrar en el periуdico sea conseguir que el hombre que me contratу dimita.

—Lo siento.

—No es mala persona.

Mikael moviу la cabeza en un gesto afirmativo.

—Te creo. Pero es avaro.

Erika asintiу. Se levantу.

—Me voy a casa.

—Ricky, yo...

Ella le interrumpiу.

—Es que estoy hecha polvo. Gracias por ponerme sobre aviso. Necesito tiempo para pensar en las consecuencias de todo esto.

Se fue sin darle un beso y lo dejу con la cuenta.



  

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